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La tormenta perfecta para Guatemala: ¿viene la peor crisis económica de la era democrática?

(Foto: Perry Grone)

Publicamos, junto con mi estimado colega Daniel Fernández, un artículo inicial para resumir el impacto económico de la crisis del COVID-19 en Guatemala. También publicamos un segundo articulo para estimar el daño económico y el agujero fiscal derivado de las medidas de restricción económica dictadas por el gobierno de Guatemala para contener el virus.

En resumen: el escenario actual no pinta nada bien.

Una vez por generación se juntan las circunstancias precisas para que se desarrolle una tormenta económica perfecta. A lo largo de su historia reciente Guatemala ha atravesado por tiempos difíciles, pero no tan difíciles como los que estamos por enfrentar.

En este artículo quiero demostrar porque creo en que se está formando una tormenta perfecta para la economía guatemalteca. Las circunstancias que vivía Guatemala antes de la recesión del 2008 son radicalmente diferentes a las circunstancias con las que enfrentamos la recesión del 2020.

Por tanto, para Guatemala, el 2020 no va a ser nada similar al infame 2008-09. Guatemala está ante la peor crisis económica de su era democrática.

Una falsa sensación de seguridad

Hoy en día existe una falsa sensación de seguridad debido a comparaciones muy ligeras con situaciones pasadas. Guatemala sufrió una leve crisis en el 2008-09 mientras la economía mundial sufría su peor crisis financiera desde los años 30s.

La estabilidad macroeconómica y monetaria en Guatemala ha servido para presumir en las fiestas coctel y para darse una palmada en la propia espalda. Pero esta supuesta estabilidad ha llevado a una complacencia que implica una completa falta de preparación ante una próxima crisis.

Este escenario es muy similar a lo que pasó en EEUU en el 2008. Estados Unidos sufrió una recesión leve en el 2001. Eventualmente, esta recesión sintió las bases para la recesión del 2008, la peor desde la Gran Depresión.

De igual modo, Guatemala salió milagrosamente ilesa de la recesión del 2008. Sin embargo, mucho ha cambiado en los últimos 10 años. En la actual crisis, por desgracia, no seremos tan afortunados.

Diferencia #1: Las remesas

Todos están preocupados por las remesas. Pero nadie las ha analizado en detalle. Aquí puede ver las remesas como porcentaje de la economía (producto interno bruto nominal):

Podemos observar que las remesas han sido cíclicas: como porcentaje del PIB han subido de 2002 a 2007, desde el 2007 cayeron. A partir de 2010, vuelven a subir.

El año pasado las remesas como porcentaje del PIB (12.8%) han llegado a su nivel más alto, podemos ver que es un nivel muy similar al pico en el 2007 de 12.1%. Es decir, viendo las remesas desde la perspectiva del PIB, no parece que 2020 vaya a ser más doloroso que 2008.

Otra forma de ver el mismo fenómeno es en términos absolutos: en millones de dólares.

En este caso vemos una tendencia más marcada. En términos absolutos las remesas han crecido increíblemente en los últimos años. En el 2008, las remesas apenas superaban $4,000 millones de dólares. Hoy por hoy, estamos por encima de $10,000 millones anuales.

En la última crisis, las remesas solo cayeron un 9.3% del 2008 al 2009 (de $4,300 millones a $3,900 millones). Un movimiento similar en 2020 implicaría una caída desde $10,500 millones a $9,600 millones. Nada que parezca demasiado grave. Podríamos decir que en realidad este análisis no es relevante, al fin y al cabo la economía ha crecido a lo largo de los años (y por eso en términos sobre PIB las remesas no han crecido tanto).

Entonces, ¿exactamente qué indica que esta vez la caída en las remesas va a ser mucho peor que en el 2008?

Veamos primero el número de migrantes guatemaltecos en Estados Unidos a lo largo del tiempo:

Ahora la siguiente pregunta es la más interesante: ¿cuánto envía en promedio un migrante guatemalteco en remesas al año? Podemos ver la cifra por año en la Figura 4.

Es decir, el actual auge en remesas no es debido en exclusiva a un mayor número de migrantes: un factor más importante es que cada migrante envía mucho más dinero a Guatemala. Esto implica que los recientes aumentos en remesas no son sostenibles, con o sin crisis.

Observamos que en 2019 los guatemaltecos mandaban en promedio $7,000 al año a casa. En el 2008, eran unos $4,500 al año. Cuando Estados Unidos entró en crisis en 2008, este monto cayó a $3,750 al año (una reducción de 16.6%), más o menos cercano a la caída en remesas de 2008 a 2009 (la caída fue un poco menos pronunciada por el aumento continuo de inmigrantes).

Pero si esta vez el envío promedio por guatemalteco cayera a $3,750, estaríamos hablando de una caída del 42% en la cantidad de remesas que recibe Guatemala.

Si esta vez se repitiera el desempleo en Estados Unidos del 2008, las remesas caerán mucho más que en el 2008.

Pero esta vez hay otro factor que debemos considerar: la naturaleza nefasta del COVID-19. El hecho es que los migrantes guatemaltecos se han concentrado en ciertas partes de Estado Unidos, como enseñamos en el siguiente mapa:

Las áreas donde están concentrados los migrantes guatemaltecos son, en general, las más afectados por el COVID-19 (en términos de infectados). Por tanto, hay motivo para esperar una caída más fuerte en las remesas en 2020 que en 2008-09.

Este impacto ya se puede observar en los gigantescos aumentos en el desempleo que se ha reportado en las últimas dos semanas: un récord de casi 10 millones de personas pidió subsidios de desempleo en Estados Unidos.

En resumen, sin duda alguna las remesas caerán más que en el 2008/09.

Diferencia #2: El crédito bancario

He escrito varias veces sobre el auge crediticio en Guatemala. En concreto con respecto al sector inmobiliario.

La economía guatemalteca está mucho más endeudada hoy que en 2008. La causa es el exceso de liquidez en quetzales. El Banco de Guatemala es, en parte, responsable por este endeudamiento, ya que con sus intervenciones monetarias ha fomentado una reducción marcada en las tasas de interés de préstamos en quetzales.

Una forma de ilustrar esta tendencia es analizando crédito bancario como porcentaje del PIB (en este caso, uso el PIB nominal). Sumé todas las carteras de créditos de los bancos y ponderé el total con el tamaño de la economía en la Figura 6.

Podemos observar algo importantísimo: en el 2008-09 el sector bancario solo representaba el 28% del PIB, hoy por hoy la cifra es superior al 35%.

Esto es más preocupante de lo que parece, porque la economía incluye tanto el sector formal como el informal, pero los bancos hacen préstamos principalmente al sector formal. Lo importante de la Figura 6 es su tendencia creciente.

Se nota claramente que la expansión crediticia empezó en el 2010 a raíz del auge en los precios de los commodities. Esto me lleva a la tercera diferencia de la crisis del 2008 con respecto a la crisis actual.

Diferencia #3: Los precios de los commodities

En el 2008 podíamos contar con un mercado al alza en commodities. Efectivamente todos los commodities llegaron a niveles récord en 2011. En apenas tres años, muchos precios se duplicaron.

Los precios de los commodities terminaron la crisis a niveles más altos que antes de la crisis. Esta vez probablemente no tendremos tanta suerte. Si el primer trimestre de 2020 es un indicio de lo que nos depara el futuro, no podemos contar con que el precio de los commodities vaya a compensar la debilidad en los otros sectores de la economía.

Aunque no está contemplado en los datos de la Figura 8, el cardamomo cayó más de un 40%, según indican los futuros en la bolsa de India. Uno de los principales destino del cardamomo, Arabia Saudita, ya registró una caída del PIB en el 4to trimestre del 2019 y sufrirá a raíz de la fortísima caída en el petróleo.

De igual forma, los precios de minerales, por ejemplo, el níquel, también cayeron en el 1er trimestre 2020. Se puede anticipar menor demanda para los minerales en este 2020.

De entre los commodities que produce Guatemala, parece que solo el banano ha logrado salvarse de los problemas en el primer trimestre de 2020. Mientras no haya obstáculos logísticos, las empresas bananeras pueden seguir generando los mismos ingresos que en años anteriores.

Por último, está el sector de maquilas, el cual también está sufriendo de sobremanera. El cierre de muchísimas tiendas y centros comerciales está golpeando al sector de forma fuerte (la ropa se considera en muchos casos un bien no esencial).

El trato preferencial de una industria sobre las otras industrias genera una mayor concentración de la industria privilegiada. Tal concentración, sin embargo, se vuelve perjudicial en tiempos recios e incrementa la fragilidad de un país.

Parece que lo máximo que podamos pedir es que los precios no bajen más. Pero en contraste con 2008, esta vez los precios de los commodities no saldrán al rescate de la economía guatemalteca.

Conclusión

La recesión que se avecina no va a ser de la misma magnitud que la recesión guatemalteca del 2009: estamos en la antesala de una recesión con mucho más potencial destructivo.

He detallado en este artículo tres importantes impactos que va a recibir la economía guatemalteca por la crisis del COVID-19. Pero a estas alturas es imposible prever las consecuencias secundarias. Lo que muchos economistas no entienden es el nivel de interconectividad en las economías: las consecuencias secundarias pueden ser incluso más nefastas que las primarias.

Ahora bien, ante esta tormenta perfecta, las respuestas de la política guatemalteca sólo van a conseguir empeorar una situación ya de por sí muy negativa. Aquí hay algunas muestras de lo que no hay que hacer y sin embargo se está implementando en Guatemala:

  • Controles de precios
  • Los rescates de empresas privadas (sean a través préstamos o subsidios)
  • Subida de salarios públicos (trabajar para el gobierno en sí debe llevar un descuento en comparación con trabajar para el sector privado debido al menor riesgo de despido)

Más que una alarma, este artículo debe ser tomado como una advertencia al gobierno y Congreso de que las medidas que se están tomando son las erróneas. Las grandes olvidadas en esta crisis son las medidas correctas que podrían ponernos en la senda de crecimiento tan pronto como esta crisis haya pasado.

Aviso legal: el análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor, las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la Universidad Francisco Marroquín.

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Olav Dirkmaat

Olav Dirkmaat

Olav Dirkmaat es profesor de economía en la Universidad Francisco Marroquín y Chief Investment Officer (CIO) de Hedgehog Capital. Antes era vicepresidente en Nxchange y GoldRepublic. Es doctor en Economía por la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid).

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10 Comentarios

  1. Nelson Isidro Herrarte el 8 abril, 2020 a las 4:41 pm

    En este análisis falta la política económica anticiclica. A favor de quiénes se va a encaminar la política económica anticiclica: el camino de la devaluación y castigar al tabajador (que me parece, es lo que están deseando las minorías acomodadas de este país) o redoblar esfuerzos por preservar la estabilidad de precios e inyectar recursos a las mayorías; nacionalizar los valores en dólares del exterior para que refuercen la lucha por la estabilidad macroeconómica, es decir implementar una política económica anticiclica democrática, incluyente y participativa.

  2. Sol el 8 abril, 2020 a las 8:06 pm

    Doctor buenas noches. He leído su artículo, podría ampliarme un poco más sobre las medidas correctas que debería llevar a cabo el gobierno. Muchas gracias.

  3. Mario Motta el 9 abril, 2020 a las 9:56 am

    El planteamiento del problema está muy bien aterrizado. Ahora que se describió perfectamente a donde vamos, sugiero plantear consisamente las soluciones por sector productivo.

  4. Edgar Martinez D. el 10 abril, 2020 a las 4:32 am

    Otra industria que estará golpeando la economía de muchos, es la industria sin chimeneas el turismo que después de las remesas representa un ingreso
    Muy grande que además genera los empleos directos, y los indirectos, detrás de esta hay una cadena interminable de empresas que dependen de este.

    • Olav Dirkmaat Olav Dirkmaat el 11 abril, 2020 a las 11:44 am

      Exacto, y con consecuencias locales desastrosas.

  5. Eduardo Sandoval el 10 abril, 2020 a las 9:34 am

    Sin duda un muy interesante artículo.

    Lamentablemente el análisis no incluyó el tema de la balanza de pagos y el impacto que esto puede tener sobre el tipi de cambio. Al bajar los precios y probablemente los volúmenes de los principales productos de exportación, y por el otro lado una caída en las remesas, el panorama se vuelve sombrío. El único aliciente sería la baja del petróleo que probablemente vaya a compensar algo de lo no captado por estos dos rubros: exportaciones y remesas.

    • Olav Dirkmaat Olav Dirkmaat el 11 abril, 2020 a las 11:45 am

      Esperemos tocar el tema del tipo de cambio (y el Banguat) en un siguiente artículo. El objetivo de este artículo era otro.

  6. Luis Pedro Morales el 11 abril, 2020 a las 9:17 am

    Me parece muy bueno el artículo. Podrían hacer uno que indique, en su opinión, las medidas correctas que el gobierno debe tomar para tratar de disminuir los efectos de la crisis que se avecina?

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