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Nobel de economía 2022: los fallos del modelo Diamond-Dybvig

En un artículo anterior presentamos, de la manera más aséptica posible, el modelo Diamond-Dybvig que hizo ganar el premio Nobel de economía a sus autores. Se puede consultar el artículo pinchando aquí.

En el presente artículo me propongo hacer comentarios críticos al modelo Diamond-Dybvig. En el final del anterior artículo afirmé tajantemente que el modelo tenía errores conceptuales enormes, por lo que las críticas serán, por suerte o por desgracia, en su mayor parte negativas.

Comencemos, empero, con los pocos puntos positivos y realmente interesantes que introduce el modelo de los Nobel de economía de 2022[1].

Aciertos del modelo Diamond-Dybvig

  1. Uno de los puntos principales que resalta el modelo y que tiene una correspondencia con la realidad es que el sistema bancario tiene la capacidad de ser increíblemente distorsionador de la actividad económica.

El esquema que nos presentan Diamond y Dybvig se caracteriza de forma correcta, aunque demasiado simplista, la problemática que enfrenta el sector bancario a la hora de liquidar activos anticipadamente. De hecho, una liquidación anticipada de activos, si es masiva, se traduce en una liquidación desordenada que puede tener un efecto mucho más devastador del que el propio modelo presenta.

En este primer punto, hasta autores que podrían ser considerados adalides del libre mercado como Hayek proponían algún tipo de intervención para evitar lo que el propio austriaco denominó una recesión secundaria, que básicamente sería una sobreliquidación de activos más allá de lo que la situación económica real justificaría. El autor de estas líneas no está necesariamente de acuerdo con Hayek en este punto: es necesario establecer una disciplina financiera y monetaria para “limpiar” correctamente el sistema productivo y crediticio de malas inversiones; también es necesaria la disciplina para crecer económicamente sobre una base sólida, además de evitar mala praxis en el futuro por causa del riesgo moral.

Por tanto, aunque no creo que Hayek tuviera razón en este punto, desde luego hay un tema interesante a explorar aquí, tema en el que no vamos a profundizar ahora mismo.

2. Otro punto importante que señala correctamente el modelo Diamond-Dybvig es que el descalce de plazos es inherentemente inestable.

Al final del artículo académico que presenta el modelo Diamond-Dybvig, los autores señalan que el descalce de plazos puede ocurrir perfectamente fuera del sector bancario y que tendría problemas similares a los expuestos para el sector bancario. En este punto sí hilan fino los premios Nobel de economía.

Por último, los autores señalan, aunque fuera del modelo formal y con muy poco énfasis, los problemas de riesgo moral que podrían acarrear las políticas de intervención en el mercado financiero que activamente proponen ellos mismos. Y es que el salvataje indiscriminado al sector bancario por parte de un ente público genera incentivos en el futuro a tomar riesgos crecientes, socializando las potenciales pérdidas y privatizando los posibles beneficios. En ese esquema, es lógico tomar riesgos excesivos. Por desgracia, los autores apenas tocan este tema en un comentario al final del artículo y fuera del modelo formal. También de forma desafortunada, después de resaltar el problema de riesgo moral, sólo comentan, sin justificación de ningún tipo, que estos problemas pueden ser solucionados con más regulación a los intermediarios financieros. Por supuesto, el remedio es casi peor que la enfermedad, ya que lo que no se preguntan nuestros queridos premios Nobel en ningún momento es si el propio sector bancario puede capturar al regulador y hacer leyes a su medida (como de facto ocurre).

Por desgracia creo que hay poca cosa más que sea rescatable del modelo. Vayamos entonces ahora con las críticas al modelo de los flamantes premios Nobel Diamond y Dybvig.

Crítica al modelo Diamond-Dybvig

Las las principales críticas al modelo tienen que ver con los supuestos que hace para caracterizar tanto a la economía como, sobre todo, al sector bancario.

Si no ha leído el artículo anterior donde explico el modelo Diamond-Dybvig es un buen momento para hacerlo (las críticas que se generan a continuación suponen que el lector está familiarizado con el modelo).

1. Aleatoriedad tipos de consumidor

La primera crítica que haremos es a la supuesta aleatoriedad de los tipos de consumidor (imposibilidad de planear, por completo, un patrón de consumo en el futuro).

Es completamente inconcebible un mundo donde un consumidor no sepa de antemano, o no planifique en absoluto, sus necesidades de consumo futuras. Me voy a servir para ilustrar mi punto del famosísimo modelo del ciclo de vida de Modigliani que nos dice que las personas prefieren un nivel de consumo relativamente constante a lo largo de su vida. Sin embargo, los ingresos no son constantes a lo largo de la vida de una persona, por lo tanto, dicha persona necesita acumular ahorro y desacumularlo en momentos diferentes de su vida. Pero los momentos de la vida de una persona no son, por supuesto, aleatorios. De esta forma, una persona tiene necesidad de ingresos y no tiene capacidad para generarlos en los primeros y últimos años de su vida mientras que en la mediana edad tiene más ingresos que gastos. Por tanto, Modigiliani sugiere que la persona típica ahorra en la mediana edad y desacumula ahorro, o se endeuda, o utiliza los recursos de los progenitores, en la edad temprana y también en los últimos años de su vida.

Otro autor todavía más interesante que Modigliani es Culbertson, que escribió en 1957 un artículo excelente sobre la estructura de tipos de interés. La idea detrás del aporte de Culbertson es doble:

  • Por un lado, las personas son capaces de planificar sus necesidades en diferentes momentos del tiempo

Esto significa que los ahorradores no son ahorradores en abstracto como suponen Diamond y Dybvig, sino que son ahorradores con un perfil temporal concreto. No es lo mismo que una persona ahorre con el objeto de realizar un máster o que lo haga para su jubilación. Todo el mundo entiende que el ahorro para realizar un máster puede ser un ahorro a unos pocos años mientras que el ahorro para la jubilación puede ser a varias décadas vista. Por tanto, podemos decir que los ahorradores tienen un hábitat preferido, un perfil temporal en el que se sienten más cómodos. Culbertson afirma que se puede sacar a los ahorradores de ese hábitat preferido, pero que no es fácil hacerlo. Y, por supuesto, ese hábitat preferido no tiene que ser siempre el corto plazo como suponen la mayor parte de textos bancarios y financieros hoy en día. La única razón para ahorrar a muy corto plazo es el ahorro destinado a hacer frente eventualidades, a eventos no previstos, el resto del ahorro sí tiene un perfil temporal concreto.

  • Por otro lado, Culberton también nos dice que los prestatarios o los que reciben préstamos con propósitos productivos también demandan los fondos con un perfil temporal concreto. En otras palabras, los prestatarios también tienen un hábitat preferido.

En general, el perfil temporal para demandar fondos está directamente relacionado con el perfil de maduración de los activos comprados con esos fondos. Si el periodo de maduración de un proyecto productivo es de 5 años, el hábitat preferido del prestatario será demandar fondos en el mercado de fondos prestables por un plazo de 5 años[2]. Si se reciben fondos para cubrir capital de trabajo o capital circulante, el hábitat preferido será el corto plazo.

Por tanto, el mercado de crédito naturalmente se segmenta y se generan diversos mercados por cada hábitat preferido, tanto por el lado de los demandantes de fondos como por el lado de los oferentes de fondos.

Idealmente los mercados a mayor plazo muestran mayores niveles de riesgo y menores niveles de liquidez[3]. Esta es la razón por la que los tipos de interés de largo plazo suelen ser mayores que los tipos de interés de corto plazo. Culbertson no cierra la puerta a que, tanto prestamistas como prestatarios, se puedan mover de su hábitat preferido. El movimiento desde el hábitat preferido conlleva, eso sí, riesgos, por lo que los beneficios esperados deberían compensar los mayores riesgos que conlleva salirse del hábitat preferido (esto típicamente ocurrirá con personas poco adversas al riesgo).

En definitiva, la suposición de aleatoriedad en los tipos de consumidor que hacen nuestros queridos Diamond y Dybvig es poco menos que una barbaridad económico-financiera. Los flamantes Nobel de economía no pueden argumentar la inexistencia de aportaciones académicas anteriores a la suya propia que desechan, completamente, el supuesto de aleatoriedad del momento en el que el ahorrador se convierte en consumidor.

2. Sobresimplificación y mala representación de la economía en general y de la estructura productiva en particular

Suponer que existe una economía en la que existe un solo bien de consumo es una sobresimplificación del funcionamiento de un mercado. Suponer, además, que existe una sola tecnología productiva es casi un pecado mortal. La suposición de que todos los agentes pueden ser productores y consumidores abstrae por completo la función de las empresas en la economía, función crucial para analizar el tipo de estructura productiva que se genera en una economía y que, por supuesto, impacta en el desempeño del sector bancario. Por último, y para llegar al pleno de desfachateces supuestas, el modelo supone que no hay riesgo alguno ni incertidumbre presente en la actividad productiva.

Toda la incertidumbre sobre el futuro que introduce el modelo Diamond-Dybvig se queda en el tipo de consumidores futuros (ahorradores), suposición que ya hemos visto que es un error injustificable. Pero es que justamente donde se podría introducir de manera completamente natural el concepto de incertidumbre y/o riesgo, se omite por completo. Por tanto, no hay ni riesgo ni incertidumbre en la capacidad de generar valor con el proceso productivo (por ser una única tecnología productiva ser completamente determinista).

Por supuesto, muchos de estos supuestos que estamos comentando son necesarios para modelizar e introducir unas matemáticas pretendidamente presuntuosas en el modelo Diamond-Dybvig. El problema es que el cúmulo de supuestos desdibuja completamente el mundo real de tal forma que la aplicabilidad del modelo es completamente nula. El modelo no es una representación fiel de una economía real a la que se le han hecho algunas abstracciones para centrarse en los aspectos más importantes (es lo que todo modelo económico, sea formal o no, pretende).

El modelo que nos presentan Diamond y Dybvig es simplemente un cúmulo de supuestos necesarios para que su preconcebida forma de ver el mundo tenga sentido. Los supuestos, en este caso, no sirven para representar mejor la realidad, solo sirven para representar mejor al modelo. Este es un ejemplo de libro de la torre de marfil en la que viven los economistas académicos.

En algún momento, encima, estos economistas nos pretenden dar lecciones sobre como funciona el mundo real, pero el mundo en el que viven ellos es muchísimo más fantástico y alejado de la realidad que el mundo de Alicia en el país de las maravillas.

3. Los sesgados supuestos sobre la economía, distorsionan la verdadera naturaleza de un banco

La tercera crítica tiene que ver con la completa ausencia de las verdaderas funciones del sector bancario.

Derivado del mundo imaginario que nos presentan Diamond-Dybvig, desaparecen las verdaderas funciones de un banco por completo. Podemos separar, analíticamente, al sector bancario en banca comercial y banca de inversión.

De forma muy resumida, la función de la banca comercial es la de intermediar en el mercado monetario, generando un sistema de pagos muy eficiente mediante compensaciones bancarias.

De forma también muy resumida, la función de la banca de inversión es la de intermediar el mercado de capitales, esto conlleva la dirección del ahorro de una economía hacia los sectores productivos con mejores prospecciones en el futuro. Es decir, los bancos de inversión asignan capital en una economía, decidiendo qué proyectos se llevan a cabo y qué proyectos se desechan (o deben esperar para ser llevados a cabo).

En el sistema financiero actual, y debido al descalce de plazos patrocinado por el riesgo moral de la intervención del Estado en asuntos monetarios y financieros, se entremezclan ambas funciones: generar un sistema de pagos y asignar capital en la economía.

Lo importante aquí es que el banco que nos presentan Diamond y Dybvig no hace absolutamente ninguna de las funciones de la banca (y sí, es sólo un banco…). El banco propuesto no genera un sistema de pagos ni asigna capital en la economía modelizada. Esto se da como consecuencia natural del mundo imaginario en el que viven los premios Nobel de economía de 2022: y es que, si solo hay una tecnología productiva, y además no hay riesgo, ¿qué capital van a asignar los bancos?, de hecho, no hace falta que nadie, absolutamente nadie asigne capital en una economía, es un problema que ni siquiera surge en el modelo. Por el lado del sistema de pagos, en el esquema que presentan Diamond y Dybvig no hay ningún tipo de pagos efectuados por los consumidores con los depósitos bancarios. El banco del modelo Diamond-Dybvig no proporciona sistema de pagos porque ni siquiera se necesita en el modelo un sistema de pagos ya que ni siquiera existe dinero en esta economía. Sí, en 2022 han otorgado el premio Nobel por un modelo bancario en el que no existe el dinero.

Por tanto, no hay rastro de las principales funciones bancarias en el banco que nos presentan los premios Nobel. Curiosamente han creado un modelo para analizar el sistema bancario donde no hace falta en absoluto un sistema bancario.

4. El problema del riesgo moral en la intervención del Estado

En el mundo imaginario presentado por los autores ya hemos comentado que no hay necesidad de que los bancos asignen capital. Por tanto, cuando se introduce, tanto el seguro de depósito patrocinado por el Estado como la posibilidad de intervención del banco central para evitar corridas bancarias, sólo aparecen ventajas. El problema es que la realidad, esa tozuda realidad, es bastante más compleja que el modelo presentado por Diamond y Dybvig.

Una vez que introducimos diferentes empresas, que producen bienes diferentes y que pertenecen a sectores productivos diferentes, añadiendo que muchas de ellas podrían quebrar, se genera el problema del riesgo moral de la intervención del sector público. La idea a introducir aquí es que la inversión en sectores más arriesgados genera mayor rendimiento. Pero en un esquema donde el sector público se compromete a salvar al sector bancario provoca, endógenamente, que el propio sector bancario tienda a tomar más riesgos, ya que los potenciales costes de las inversiones más arriesgadas se socializan a través de la intervención pública mientras que los potenciales mayores rendimientos de las inversiones arriesgadas se quedan en el sector bancario.

En definitiva, los premios nobel de economía de 2022 están promocionando el capitalismo crony.

5. El mercado sí ha generado mecanismos para lidiar con los pánicos financieros

La quinta crítica tiene que ver con la supuesta incapacidad del mercado de generar una forma de afrontar con las corridas bancarias en un sistema desregulado.

La principal forma en la que se lidia con los pánicos financieros en un mercado libre es evitar provocarlos, y esto se consigue con reglas de prudencia financiera no impuestas por nadie más que por la necesidad de sobrevivir en el propio mercado. Alguna de estas reglas llegó a tener hasta nombre propio, como la regla de oro de la banca: esto es que los activos de la banca se encuentren a un plazo como mucho igual a los pasivos de la banca. Por supuesto, esta regla está completamente olvidada, y lo está, precisamente por los incentivos regulatorios que introduce la intervención del Estado en el sector financiero, incentivos como los que precisamente promocionan Diamond y Dybvig. Como decía el gran Melchior Palyi, un sistema financiero líquido ni siquiera cae bajo presión liquidativa, por lo que el supuesto gran problema que apuntan los Nobeles se tiende a autorregular sin necesidad de intervención del poder público.

Pero es que, además, el mercado financiero, cuando se le ha dejado operar libremente, ha generado, en un proceso constante de prueba y error, formas de contener posibles pánicos financieros infundados. Prueba de ello ha sido la posibilidad de pagar un tipo de interés de penalidad en los billetes bancarios si no se pagaban a demanda del portador en dinero metálico, la responsabilidad ilimitada o la doble responsabilidad de los dueños de instituciones financieras o la generación de cámaras de compensación privadas que hacían de prestamistas de última instancia privados. Otras muchas innovaciones no las conoceremos nunca porque el hiperregulado mercado financiero tiende a innovar mucho menos que un mercado financiero desregulado y verdaderamente libre.

En definitiva, tanto esta crítica como la anterior nos dicen que el mundo imaginario en el que viven los premios Nobel de economía del año 2022 presupone que se solucionan problemas que ya estaban solucionados y que las intervenciones del poder público no generan problema alguno cuando son causa directa de la patente irresponsabilidad del mundo financiero contemporáneo.

Por supuesto, un estudio un poco más pormenorizado de la historia monetaria y bancaria del mundo les habría ahorrado generar un modelo tan deficiente, y aquí es donde hacemos la conexión con la sexta crítica.

6. Modelización basada en errores de interpretación histórica

La sexta crítica es que los premios Nobel de 2022 sólo están modelizando un tipo de banca basada en una interpretación histórica falsa, o al menos increíblemente sesgada, del funcionamiento del sistema bancario en un mercado desregulado.

Esta no es una crítica mía, sino que es una crítica de George Selgin. Selgin nos dice que Diamond y Dybvig suponen que la banca es inherentemente inestable, suposición basada en episodios históricos claramente distorsionados de la historia monetaria y bancaria de Estados Unidos.

Con un esquema mental sobre el funcionamiento de la banca tan sesgado, los premios Nobel se lanzan a modelizar la supuesta forma en la que actúa un banco. Adicionalmente, elmodelo Diamond-Dybvig no tiene ni siquiera posibilidad de contrastación empírica alguna: es simplemente un modelo que pretende representar la realidad, una realidad histórica que como bien afirma Selgin, los autores tienen completamente distorsionada. Según el propio Selgin el modelo ni siquiera es testable empíricamente, lo que lo dejaría automáticamente fuera del concepto de ciencia. En otras palabras, se ha dado el premio Nobel por generar un modelo no científico.

7. El contrato de depósito del banco imaginado por Diamond-Dybvig no es, en absoluto, un contrato de depósito

Vayamos con la séptima y última crítica. Esta crítica tampoco es mía, en este caso es de Kevin Dowd (1992). Dowd nos dice que el banco del modelo Diamond-Dybvig es un banco un poco extraño.

Y es que el banco ofrece un depósito más o menos estándar a los consumidores tipo 1 (consumidores corto plazo), pero ofrece un depósito que no es un depósito a los consumidores tipo 2 (consumidores largo plazo). El banco del modelo Diamond-Dybvig se disuelve en el momento 2 (otro supuesto insostenible) y entrega el valor residual de todos los activos a los consumidores tipo 2. Pero esto no tiene absolutamente nada que ver con un contrato de depósito bancario. El banco se comporta como una especie de fondo de inversión con los consumidores tipo 2.

Adicionalmente, esta especie de banco no tiene capital propio ni financiación externa en forma de deuda (más allá de los depósitos, que sí son una forma de deuda muy concreta). Por tanto, el diseño de esta especie de banco imaginario es especialmente propenso a las corridas bancarias, mucho más que cualquier banco real. Tanto el capital propio como la deuda hacen de buffer o margen de seguridad que evita que los consumidores tipo 2 se dejen llevar por el pánico.

Por tanto, una vez más, la caracterización que los premios Nobel que hacen de un banco para probar que los bancos son inestables está completamente alejada de la realidad.

Conclusión

En definitiva, y a modo de conclusión, la única razón que se me ocurre de la fama del modelo Diamond-Dybvig es que es una excusa perfecta para intervenir el mercado financiero por parte del sector público. El sector público está deseando meter el diente al sector financiero con el objetivo de controlar y dirigir hacia sí mismo los enormes fondos que tiene a su disposición. Por supuesto, para hacerlo necesita excusas y aquí es donde los economistas somos muy útiles al poder político, somos poco más que unos mercenarios dispuestos a generar una batería de argumentos y modelos que justifican el expolio del siempre hambriento Estado contemporáneo.

Por otro lado, la economía mundial se encuentra a las puertas de una recesión en 2022 y estamos ya viviendo turbulencias enormes en los mercados financieros. Por tanto, es un momento perfecto para dar el premio Nobel a economistas y expertos que nos dicen que los mercados financieros son naturalmente inestables y que deben ser intervenidos para garantizar su estabilidad. Esto asegura que cuando se intervenga o rescate al sector financiero, todavía más de lo que ya está intervenido, la población tenga en mente que existe una justificación supuestamente académica y científica para hacerlo.

Ya sabíamos hace tiempo que el premio Nobel de economía es un premio esencialmente politizado, no puede ser de otra forma cuando la fama que confiere es de tal magnitud y la salud de la disciplina económica tampoco es la mejor. Pero el premio Nobel de economía del año 2022 casi roza la indecencia por dar el premio a una serie de barbaridades económicas que carecen del más mínimo sentido económico o incluso del más mínimo sentido común.

Aviso legal: el análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor, las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la Universidad Francisco Marroquín.

[1] El otro economista premiado, Bernanke, no es el objeto de análisis de este artículo ni del anterior.

[2] Probablemente sería más interesante introducir el concepto financiero de duración aquí. Pero el propósito de este artículo es esencialmente didáctico.

[3] A igualdad de condiciones, por supuesto.

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Daniel Fernández

Daniel Fernández

Daniel Fernández es el fundador de UFM Market Trends y profesor de economía en la Universidad Francisco Marroquín. Tiene un doctorado en economía aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid y también era un fellow en el Mises Institute. Tiene un máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos y un máster en Economía Aplicada por la Universidad de Alcalá en Madrid.

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2 Comentarios

  1. Gusmar el 30 octubre, 2022 a las 10:51 pm

    Extraña conclusión, sería la primera vez que se otorga el Premio de Economía del Banco Central de Suecia en honor de Alfred Nobel (es una incorrección llamarlo «Nobel de Economía») para ir contra el mágico libre mercado.

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