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EEUU: exceso de deuda pública

Estados Unidos es el país con la mayor deuda pública en términos absolutos del mundo, con $31.4 billones de dólares. A pesar de ser un monto increíblemente alto, el gobierno no parece tener ninguna intención de disminuirla, sino que, al contrario, busca aumentarla.

Es interesante que, al comparar la deuda pública de cada país, aparezca la razón de deuda pública como porcentaje del PIB. El PIB es el valor de mercado de todos los productos y servicios finales producidos dentro del territorio nacional. Esto nos lleva a considerar que la deuda pública debiera de ser comparada con cuánto genera un gobierno a través de sus ingresos (principalmente impuestos) y no de los ingresos de toda la población (PIB). Estados Unidos tiene una deuda como porcentaje de su PIB de aproximadamente 125.5%, lo que quiere decir que por cada $100 que se genera el país, la deuda asciende a $125.5.

La deuda sobre PIB esconde el verdadero problema de deuda que tiene el gobierno norteamericano. Si analizamos la deuda norteamericana en relación con los ingresos de su gobierno vemos que el ratio se coloca en nada menos que el 640.8%. Esto significa que, por cada $100 de ingresos del gobierno, existe una deuda de $640.8. Aunque el gobierno estadounidense dedicara todos sus ingresos para el repago de deuda, tardaría 6 años y medio en pagarla. La realidad es que tardaría mucho más si tenemos en cuenta el nivel exorbitante de gasto público.

El gasto público total para el año fiscal 2022 fue de $6.27 billones de dólares, mientras que los ingresos públicos fueron de $4.90 billones (Fiscal Data Explains the National Deficit, s. f.). A continuación, se muestran los 6 gastos más elevados para el año fiscal de 2022, los cuales en conjunto conforman más del 70% del total de gastos.

El déficit público norteamericano se financia con la emisión de deuda. En Estados Unidos existe un “techo” de deuda en un intento de limitar el endeudamiento público. Cuando se llega al al techo de deuda, el Congreso debe aprobar una expansión de este techo. Si el Congreso no aprueba la expansión, Estados Unidos podría entrar en default. La última vez que se autorizó una expansión del techo de deuda fue en octubre de 2021.

¿Se acerca una X Date?

La X Date es como se conoce a la fecha en que Estados Unidos no podrá cumplir con sus obligaciones, en otras palabras, la fecha en que podría entrar en default. El Bipartisan Policy Center se encarga de analizar cuándo exactamente será ese día, con el objetivo de tomar medidas para evitarlo y empezar negociaciones para aumentar el techo de la deuda. El 19 de enero de 2023 el gobierno alcanzó el techo de $31.4 billones de dólares, y se estima que para mediados del año llegue finalmente una X Date. La gravedad de la situación se asimila a la crisis de deuda pública que enfrentó Estados Unidos en 2011, cuando se estimó en julio que el 2 de agosto de ese año, Estados Unidos caería en default. El Congreso aprobó un aumento del techo ese mismo 2 de agosto. Sin embargo, fue en este año en el que, por primera vez, la calificación crediticia estadounidense bajó de AAA a AA+.

Lo que el gobierno suele hacer, mientras se llega a un acuerdo sobre el límite de la deuda, es bajar su balance de efectivo que utiliza para cumplir con obligaciones a corto plazo. Además, puede utilizar un “truco” contable al que llama “medidas extraordinarias”. En términos simples, el truco contable consiste en dejar de reconocer una parte de su deuda (o recibir parte de sus inversiones por adelantado).

Medidas extraordinarias:

  • Declarar un “período de suspensión de emisión de deuda” para el Fondo de Jubilación y Discapacidad del Servicio Civil, así como para el Fondo de Beneficios de Salud para Jubilados del Servicio Postal.
  • Suspender la reinversión en el Fondo de Ahorro para la Jubilación del Gobierno Federal (G Fund).
  • Detener la reinversión diaria del Fondo de Estabilización Cambiaria (ESF).

Adaptado de (What Are the Treasury’s “Extraordinary Measures”?, s. f.)

Aunque esto sea una herramienta política para que se reconozca menos deuda, la realidad es que no se puede cumplir con los compromisos adquiridos anteriormente.

¿Tiene sentido financiero incrementar el techo de deuda?

Es cuestionable aumentar el techo de la deuda. Claramente, si no se aumenta, Estados Unidos no lograría cumplir con sus obligaciones, lo cual tiene implicaciones en: mercados financieros, tasas de interés, la confianza del mundo financiero en el dólar, así como su propia calificación crediticia. Por lo tanto, pareciera que aumentar el techo es la única opción viable sobre la mesa.

Si se analizara la situación desde un punto de vista puramente financiero, no tiene ningún sentido aumentar el techo de la deuda. Es como si una persona tuviera una deuda de $100 y siendo incapaz de pagarla, el banco decidiera prestarle $100 más. Esto es, simplemente, conceder deuda para pagar deuda. Es evidente que para un gobierno la situación es totalmente distinta, porque, a diferencia de cualquier persona o empresa, el gobierno es el único agente económico que tiene flujos futuros relativamente asegurados. Sin embargo, el problema no es contar con flujos futuros asegurados, sino que estamos ante una administración insostenible de los recursos. Y esto no lo soluciona un aumento del techo de la deuda pública.

Incluso es cuestionable el hecho de que exista un techo, nuevamente, desde el punto de vista financiero. Esto se debe a que, si el techo es elevado, hay espacio para la discrecionalidad. Es decir, no se tiene que ser tan estricto con los gastos, siempre y cuando estos no sobrepasen el límite. Y de sobrepasarlos, solo se necesita convencer al Congreso de que es necesario aumentar el techo de deuda una vez más.

El costo real

Al analizar la deuda pública, es inevitable hablar sobre el mercado de fondos prestables. Este hace referencia a los flujos de ahorro disponibles para financiar inversión privada y déficits públicos. Por lo tanto, cuando un gobierno acumula déficits públicos, la cantidad de ahorro que se dirige a financiar proyectos privados disminuye. Esto, a su vez, se traduce en un aumento de las tasas de interés, lo cual desincentiva la inversión en el sector privado. Esto es lo que se conoce como efecto expulsión o crowding out. Mientras el potencial de crecimiento se reduzca en el sector privado, debido a que no se invierte en nuevos proyectos, la productividad a nivel nacional se verá afectada.

Todo esto se evidencia al momento de la monetización de la deuda. Esto ocurre cuando el banco central compra la deuda del gobierno a través de bonos, inyectando liquidez en el sistema financiero; en otras palabras, aumentando la oferta de dinero. En este punto tiende a aparecer la inflación. Como contrapeso a la inflación provocada por un incremento en la oferta monetaria, el banco central aumenta las tasas de interés, lo cual desincentiva inversión privada. Y aquí es cuando llegan los problemas y las elecciones complicadas: el banco central debe controlar la inflación, pero a la vez no puede seguir desincentivando el desarrollo de nuevos proyectos privados. Bajo este escenario, cualquier alternativa es dañina.

El historial estadounidense indica que el techo de la deuda aumenta constantemente. El Congreso termina aprobando siempre el aumento en el techo de deuda, por lo que el mecanismo que genera la inflación será complicado que desaparezca del mapa. Ese costo se traslada a generaciones futuras. Mientras no disminuya el gasto público, la situación inflacionaria tampoco mejorará en el futuro.

Una alternativa a la inflación es aumentar impuestos. De esa manera, podría Estados Unidos tener un déficit menor, o incluso un superávit público (no ha pasado desde 2001). Sin embargo, es la medida menos probable que suceda, ya que, aunque tiene sentido financieramente, políticamente es una estrategia con altos costes. Por lo tanto, los gobiernos quieren aplazar esta alternativa lo más posible, hasta que sea evidente que la inflación ya no es sostenible. Por lo mismo, aunque de momento esto no suceda, es muy probable que, si se sigue teniendo un mal manejo de deuda, los impuestos eventualmente aumenten.

Un aumento en la carga impositiva tiene un efecto también en el mercado de fondos prestables. Esto se debe a que, si las personas tienen que pagar más en concepto de impuestos, puede que esto altere los patrones de ahorro, lo que ocasionaría una disminución en la oferta total de fondos prestables. Esto, nuevamente, se traduce en una subida de las tasas de interés, lo cual, como ya se ha mencionado, hace que se logre invertir menos en el sector privado. Esto demuestra que, de cualquier manera, el sector afectado por el mal manejo de la deuda pública es el sector privado, por lo que debe cuestionarse si realmente todos los gastos en los que incurre el gobierno estadounidense son legítimos.

Conclusión

Según el análisis previo, pudiera concluirse que realmente hay que ponerle un alto a la expansión de la deuda pública americana. La situación actual es evitar a toda costa que llegue la X Date, pero debiera de considerarse los efectos de cualquier decisión a largo plazo. La solución final no puede ser aumentar el techo de la deuda indefinidamente a través de los años, sino preguntarnos: ¿para qué sirve el límite? Debe cuestionarse la legitimidad de la deuda, ya que finalmente todos cargamos con ese peso a nuestras espaldas.

Aviso legal: el análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor, las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la Universidad Francisco Marroquín.

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Referencias

  1. Fiscal Data Explains the National Deficit. (s. f.). Recuperado 27 de marzo de 2023, de https://fiscaldata.treasury.gov/americas-finance-guide/national-deficit/
  2. Government Spending Explorer | USAspending. (s. f.). Recuperado 28 de marzo de 2023, de https://usaspending.gov/explorer
  3. What Are the Treasury’s “Extraordinary Measures”? (s. f.). Recuperado 28 de marzo de 2023, de https://www.pgpf.org/blog/2023/01/what-are-the-treasurys-extraordinary-measures-on-the-debt-limit

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Cristina De Paz

Cristina De Paz

Cristina De Paz es analista financiera en Axia Consultores, graduada de la carrera Contaduría Pública y Auditoría con especialidad en Finanzas de la Universidad Francisco Marroquín. Es catedrática auxiliar de esta misma casa de estudios en la Facultad de Ciencias Económicas y de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. Se certificó en Presentación de Información Financiera Internacional (NIIF) de la Association of Chartered Certified Accountants.

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