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La necesaria dolarización de Venezuela; respuesta a Ricardo Hausmann

Desde Ecuador, conociendo ya los 18 años de experiencia de la dolarización de la economía ecuatoriana, quisiéramos contribuir al debate sobre la posible dolarización de la economía venezolana pues consideramos que la experiencia ecuatoriana es tremendamente positiva. En toda decisión económica siempre hay pros y contras, pero en la dolarización los pros superan con mucho a los contras, y creemos que también lo sería en el caso de Venezuela.

Dólar y Venezuela, ¿dónde estamos?

Lo primero y más necesario es, quizás, una conceptualización: la dolarización es la renuncia a la moneda de un país (y con ello a la política monetaria) para pasar a usar otra moneda, preferentemente al uso de dólares de EEUU, por ser la mejor (o quizás la menos mala) moneda del mundo en términos de medio de pago, de capacidad de comercio internacional y un relativo buen depósito de valor. En definitiva se utiliza una mejor institucionalidad externa, en este caso monetaria.

Esta conceptualización es muy necesaria pues vemos con sorpresa cómo un debate sobre una medida monetaria se ve afectado por decenas de debates sobre problemas no-monetarios que poco afectan al caso. Digámoslo claro: la dolarización no es la panacea de todos los problemas económicos de un país, pero sí es la mejor medida para solucionar sus problemas monetarios, y por supuesto mejores cimientos monetarios pueden generar indirectamente incentivos para otros cambios estructurales (claro, que una sociedad puede rechazar esos cambios estructurales incluso con mayor estabilidad monetaria).

Así, la dolarización, sin lugar a duda, es la solución más eficiente, rápida, duradera y rotunda a los problemas monetarios que tiene la economía venezolana. Es evidente que ni el Nuevo Petro, ni el Bolívar Soberano, ni ninguna moneda o experimento monetario que proponga el régimen de Maduro puede generar ninguna confianza. Y la confianza, es la clave para la salud de una moneda. Una vez que caiga el régimen de Maduro (y deseamos que sea antes que después, hoy ya es tarde), Venezuela se tendrá que plantear, necesariamente, una nueva reforma monetaria. Esa política puede ser, o la creación de una nueva moneda con un nuevo Banco Central y una nueva política monetaria en un mejor marco institucional de disciplina monetaria y fiscal; o la dolarización. La ventaja de la segunda es que tiene un efecto confiable, seguro, inmediato y (casi) permanente. En cambio, aún en el supuesto de que se lograse constituir un Banco Central con independencia, autonomía y credibilidad, un manejo estricto y ortodoxo de la moneda y una ley razonable para su funcionamiento, tardaría años en transmitir y en generar la confianza suficiente en los venezolanos para que usen esa moneda y en los mercados internacionales para que confíen en ella.

En el fondo la discusión gira alrededor de la pregunta: ¿para qué se quiere utilizar la moneda?, ¿se quiere utilizar como medio de pago, de cuenta y de ahorro confiable o para “imprimir” dinero y financiar las necesidades sobre todo estatales, generar inflación que “mata” deudas (en particular estatales) y devaluar la moneda (que en países con gobiernos exportadores de petróleo es otra manera de financiar al fisco)?  Si el objetivo es el segundo, la confianza que generaría una nueva moneda nacional sería mínima, en cuyo caso no se solucionarían ni los problemas monetarios, ni los demás problemas de la economía que se quieren solucionar con una moneda que no sea el dólar. Si en cambio el objetivo es el primero, es decir, tener una política monetaria más ortodoxa y mínimamente expansiva donde no se la use como mecanismo inflacionario o de crecimiento económico no sustentado en fuentes reales, entonces dolarizar es la mejor alternativa porque generaría la necesaria confianza ipso facto y se solucionarían los problemas monetarios, contribuyendo (aunque no es directamente causal) a generar las bases para resolver los otros problemas de la economía.

En el caso del debate de la dolarización versus las otras políticas monetarias se suele caer en la “falacia del nirvana”. Según los contrarios a la dolarización ésta no es positiva pues no soluciona todos los problemas de la economía y se compara con una alternativa de un Banco Central perfecto, con libertad para determinar el valor de la moneda, sus tipos de cambio y su capacidad de pago sin ninguna interferencia política, sin presiones para financiar al fisco, de manera precisa, honrada, adecuada en tiempo y oportuna en sus intervenciones monetarias; un Banco Central omnipotente monetariamente que no parece corresponderse con la realidad ni tan siquiera de los Bancos Centrales más poderosos del mundo, en ningún caso con el Banco Central que surgiría de la necesaria transición a la democracia venezolana. La visión que nosotros tenemos es mucho más limitada, realista y desconfiada de la capacidad de un Banco Central, y mucho más centrada en los ciudadanos y lo que les conviene para conservar el valor de su esfuerzo, hacer planificación financiera en las empresas, generar ahorro y con ello riqueza acumulada que les permita mejorar sus condiciones.

En realidad no estamos hablando de la dolarización desde cero de la economía. El hecho es que la economía venezolana ya está parcialmente dolarizada aún a pesar del ataque y los impedimentos que las autoridades ponen a ahorrar en dólares, a abrir cuentas bancarias en dólares, a intercambiar en dólares, o incluso a intercambiar bolívares por dólares. La dolarización popular ya se está produciendo en la medida en que los venezolanos que pueden elegir, eligen usar dólares. La pregunta es si impondremos otra legislación más, que atente contra la voluntad de los venezolanos, o les dejamos elegir en libertad la institución monetaria de su preferencia.

Respuesta a Ricardo Hausmann

A continuación, se presentan los párrafos más significativos de Ricardo Hausmann en su artículo “Espejismo de la dolarización” para poder hacer una réplica más exacta.

Comienza diciendo:

“Desafortunadamente, la dolarización es una buena solución para problemas que no tenemos, pero no resuelve –sino más bien agrava– los que sí tenemos”.

Comentario: Parece que, hablando monetariamente, Venezuela sí tiene problemas de inflación (de hecho la mayor del mundo del 6.147%, según la Asamblea Nacional) y no tiene ni la confianza, ni la capacidad de ahorro, ni el manejo del tipo de cambio. Todos estos son problemas monetarios que sí tiene Venezuela y que sí solucionaría la dolarización.

Dice además el profesor Hausmann que:

“La dolarización puede ayudar a bajar la inflación rápidamente y prácticamente sin costo, cuando el país tiene una deuda pública interna grande en moneda nacional y la moneda no goza de confianza.”

Comentario: Efectivamente la dolarización, bajaría la inflación ya que no podría haber expansión monetaria del Banco Central como hoy sucede en Venezuela (crecimiento monetario de varios miles porcentuales). Estamos ciertamente conscientes que la economía requeriría un ajuste de precios relativos y que eso eventualmente generaría una inflación temporal como sucedió en Ecuador, donde había que ajustar un 400% de devaluación frente a un 100% de inflación interna anteriores a la dolarización y por eso se tuvo más de 150% de ajuste de precios en los 3 primeros años de la dolarización (paradójicamente este ajuste de precios relativos es más fácil en hiperinflación).

En cuanto a la deuda, evidentemente, como ocurrió en Ecuador, el cambio de moneda que supone la dolarización llevaría aparejado un cambio de los contratos de deuda denominados en la moneda local, no tenía ningún sentido seguir pagando tasas de interés altas relacionadas con la inflación en sucres cuando ya no existían los sucres. Esto supuso un cambio en los contratos de manera legal, de tal manera que al igual que se cambió por ley la moneda en la que estaban denominados los contratos de deuda, se cambió el tipo de interés; y parte de esos cambios en los contratos (tasas y plazos) se aplicarían también a la deuda interna pública.

“Con la dolarización, ¿qué ocurriría de manera automática con el déficit fiscal?  Nada. Quedaría un déficit fiscal gigantesco. Y, ¿cómo haría el gobierno para pagar sueldos, pensiones, bonos y transferencias a gobiernos sub-nacionales? Buena pregunta, pues con la dolarización se acaba la forma actual en la que el gobierno hace esos pagos –la emisión inorgánica–, pero no se crea una fuente alternativa. La teoría que a menudo se esgrime en estos casos es que el gobierno se verá obligado a ajustar su déficit fiscal a lo que pueda pagar. Es algo así como pensar que, si uno se compra la ropa tres tallas menores a la que a le corresponde, perderá peso. Cuando los gobiernos provinciales de Argentina enfrentaron esta situación en 2001, comenzaron a emitir monedas locales. Al final, Argentina tuvo que abandonar la convertibilidad. Zimbabwe, a los 10 años de la dolarización, es 32% más pobre que hace 20 años.”

Comentario: El primer argumento que usa el profesor Hausmann para contradecir la dolarización es que no solucionaría el déficit fiscal. Esta es la falacia del nirvana de la que hablábamos anteriormente. El déficit fiscal es un problema fiscal, que se debe solucionar con medidas fiscales. Puede coadyuvar la política monetaria (por ejemplo al bajar la inflación, el Estado ya no recibiría pagos rezagados y devaluados por parte de sus contribuyentes), pero no se puede pedir a la política monetaria que solucione ese problema. Al final lo que está diciendo el profesor Hausmann es que se pretendería seguir pagando la deuda fiscal con impresión inorgánica e inflación. De tal manera que, ni se tendría una moneda confiable, ni se permitiría reducir la inflación hasta estándares socialmente admisibles y útiles. 

Sorprendentes los dos ejemplos que pone el profesor Hausmann para justificar su rechazo a la dolarización. Por un lado, en el año 2001 Argentina enfrentaba una profunda crisis y un problema esencial fue que el Estado Argentino, por su pésimo manejo fiscal, no conservó las reservas que se requerían para mantener una caja de convertibilidad (entre otras cosas porque se acostumbró a vivir del dinero no permanente de las privatizaciones y del endeudamiento que un momento dado desapareció). Es precisamente por esta discrecionalidad que otorga el manejo de la política monetaria y del tipo de cambio que se prefiere un sistema de dolarización que no permite estas crisis de confianza en la moneda nacional. El segundo ejemplo, compara lo que ocurrió en los últimos 10 años en la economía de Zimbabwe, con la situación de Zimbabwe hace 20 años, algo que evidentemente no tiene lógica. Si se compara lo comparable, es decir la situación de Zimbabwe antes y después de la dolarización, se comprobará fácilmente que éste país desde su dolarización en el año 2008 ha revertido una caída en picada de su PIB que pasó de 1.342 millones de dólares (constantes del 2000) en 1998, a 590 millones en el 2008 y luego volvió a crecer hasta los 908 millones de dólares en 2016 (datos del Banco Mundial). Por tanto, la dolarización sí ha servido para recuperar la economía (54% de mejora en 10 años), aunque como decimos reiteradamente, no se puede evaluar la dolarización como si fuese la política económica que solucione todos los problemas económicos. Es “condición necesaria pero no suficiente” para la recuperación, como la salud es necesaria para prosperar personalmente.

“Imaginemos a Venezuela dolarizada y calculemos algunas implicaciones fiscales de este escenario. En la actualidad, el salario mínimo, medido en dólares de Cúcuta, no llega a $6. Medido al tipo de cambio de 70.000 Bs/$ que se ha propuesto para la dolarización, no llega a $20. En los países dolarizados de América Latina, como El Salvador, el salario mínimo es de $300, en Ecuador es $386 y en Panamá es $744. Si los venezolanos van a poder comprar, en un país dolarizado, suficientes calorías y proteínas para no seguir perdiendo peso, el salario en dólares va a tener que ser muchos múltiplos de lo que es hoy.”

Comentario: Los cálculos que hace el profesor Hausmann en este párrafo son sorprendentes, pues no los hace para indicarnos lo grave que es la situación en Venezuela actualmente, sino lo grave que sería en el caso de la dolarización, como si la situación actual fuese distinta, o la situación variase en función de si medimos la pobreza en dólares, euros, bolívares soberanos o petros.

La realidad venezolana es dura, de hecho, durísima. El salario mínimo apenas permite pagar por la subsistencia con o sin la dolarización. La diferencia, es que si se dolariza, la moneda podrá conservar valor de tal manera que si algún venezolano puede ahorrar algo, ese esfuerzo tendrá su recompensa en capacidad de compra futura.

Recordemos el caso de la dolarización en Ecuador: en el momento de la dolarización a inicios del 2000, el salario básico era de 50 dólares (el 25% de lo que era 2 años antes), no por la dolarización sino por la devaluación y todo el deterioro de la economía desde 1998, y a medida que la economía se fue recuperando el salario básico fue en la misma dirección y por ejemplo para 2007 ya había recuperado su nivel anterior, y luego siguió creciendo. El salario, en tendencia, no es un reflejo de la moneda sino de la productividad real de la economía, y el salario básico es un elemento a medio camino entre la productividad y la política.

Cuando Venezuela recupere la estabilidad monetaria y vuelva a enrumbarse productivamente lejos de las graves políticas actuales, el salario irá caminando a un nivel más razonable y beneficioso para todos.    

“En Venezuela, el gobierno paga el sueldo de unos 3 millones de trabajadores y las pensiones de unos 3 millones de jubilados. Es decir, 6 millones de familias dependen directamente de lo que les paga el Estado. En el mes de febrero, la recaudación no petrolera representó 57 millones de dólares calculado al tipo de cambio en Cúcuta y unos 180 millones de dólares al tipo de cambio propuesto de 70.000 bolívares. Si fuésemos a utilizar el 100% de esa recaudación para remunerar a los 6 millones de empleados y pensionados del Estado, da para pagarles un sueldo de $9.5 al tipo de cambio de Cúcuta o $30, si lo calculamos a 70.000 BsF/$. Esos serían salarios y pensiones de hambre, pero la dolarización no genera ingresos fiscales para pagar mejor.”

Comentario: Otra vez se compara una situación hipotética de salarios con dolarización como si la situación actual fuese distinta, o como si el cambio de la moneda pudiera solucionar la situación de la economía real de un país. La situación de los salarios públicos en Venezuela al día de hoy es más o menos igual que la descrita por el profesor Hausmann, y en el caso de que no llegue a dolarizarse Venezuela seguiría siendo más o menos igual (o peor). Si no se dolarizase Venezuela y se siguiese con una política monetaria expansiva, de todos modos habría salarios muy bajos en términos reales Es un problema que no se puede solucionar con políticas monetarias, sino que se ha de solucionar con mayor libertad económica para alcanzar crecimiento económico.

Nuevamente veamos la experiencia ecuatoriana. En el momento de la dolarización, los ingresos no petroleros del Estado (los petroleros por definición son en dólares) habían caído de aproximadamente 200 millones mensuales en el año 1998 a 115 millones mensuales a inicios del 2000. Así mismo se fueron recuperando a medida que la economía lo hacía, incluyendo los salarios públicos.

Pero ¿que le haría la dolarización a la catástrofe humanitaria que vive Venezuela? Para analizar este tema es necesario entender la causa de la crisis. El chavismo acabó con los derechos económicos en Venezuela y eso llevó a un sistema económico muy ineficiente, como el que teníamos en 2013. Hoy el ingreso per cápita en Venezuela es menos de la mitad de lo que era en ese momento. El colapso con respecto a 2013 se debe al desplome de las importaciones. Ese derrumbe redujo en un 85% las materias primas, los insumos intermedios, los repuestos y las medicinas que utilizaba el aparato productivo interno, causando una caída de la producción nacional y de la disponibilidad de bienes y servicios. Por eso no hay comida, atención hospitalaria, energía, transporte y tantas otras cosas. La caída de las importaciones y, a consecuencia de ésta, de la producción nacional, también explica que la recaudación fiscal no petrolera se haya hecho trizas. Los ingresos fiscales por aranceles, IVA a la producción y a las importaciones y el impuesto sobre la renta, todos colapsaron junto con la economía. Por eso, el déficit fiscal y la inflación son consecuencia y síntomas de la crisis, no su causa. La dolarización no ataca a la enfermedad, sino a la fiebre.”

Comentario: La dolarización, por sí sola, no puede solucionar la catástrofe humanitaria que vive Venezuela, ninguna moneda lo haría. Para solucionarla se necesitan muchas medidas políticas y económicas.

No creemos que el desplome de la economía venezolana se deba al desplome de las importaciones, sino que el desplome de las importaciones es una consecuencia de la incapacidad de la economía venezolana para producir más, pues se ha destruido sistemáticamente la capacidad productiva (como es característico en el socialismo) y en particular la capacidad exportadora (uno de los ejemplos es PDVSA que produce la mitad de petróleo de lo que podría producir).

Sin embargo, recordemos que en el caso ecuatoriano la pobreza por ingreso bajó en 6 años del 60% al 35% de la población, luego de la dolarización. Si bien aquí no había una crisis humanitaria de la magnitud venezolana, sí hubo un enorme empobrecimiento y migración (salieron más de 500 mil ciudadanos), es decir la dolarización sí ayudó en el tema humanitario.

“¿Que le haría la dolarización a la capacidad de importar? La dolarización per se no cambia la capacidad de exportar petróleo. Tampoco reduce ni el servicio de la deuda ni nuestros índices de sobreendeudamiento. Pero la dolarización va a requerir usar los pocos dólares que tenemos, no para importar insumos, materias primas y repuestos, sino para hacernos de medios de pago. Si la dolarización hubiese ocurrido el 16 de marzo al tipo de cambio de 70.000 bolívares por dólar que se ha propuesto, necesitaríamos 3.571 millones de dólares sólo para recomprarle al público la base monetaria que ha emitido el Banco Central. Esto es más que todas las importaciones del sector privado del 2017. Y como la base monetaria se está duplicando cada 12 semanas, para junio ya costaría el doble, 7.142 millones de dólares (a menos que lo conviertan a 140.000 en vez de 70.000).”

Comentario: La dolarización hace dos cosas importantes para la capacidad de importar. Permite, por un lado, eliminar la incertidumbre de tipo de cambio, que en el caso de Venezuela es altísimo e impide cualquier transacción denominada en bolívares, trasladando un riesgo inasumible para los importadores venezolanos. Por otro lado, la estabilidad cambiaria genera un mejor entorno para el sector productivo interno y externo, en el mediano plazo ciertamente aumenta la capacidad generadora de divisas de la economía.

En cuanto a la preocupación de que los pocos dólares no van a servir para importar sino como medios de pago internos, recordemos que el intercambio de bolívares por dólares no requiere “comprar” al público todos los bolívares en su poder; se trata, más bien, de un intercambio parcial en las cuentas del Banco Central. Efectivamente se “compran” los bolívares que el público tiene en billetes y monedas, pero eso siempre es relativamente poco en una economía; el resto simplemente es una transacción en las cuentas del Banco Central o de los bancos comerciales, los mismos que utilizan sus reservas en dólares para respaldar los bolívares que se convierten a dólares. En el caso ecuatoriano el intercambio se hizo utilizando alrededor de 700 millones de dólares de reservas (4% del PIB) a un valor de 25.000 sucres por dólar.

Ciertamente, de ninguna manera se puede esperar que la dolarización recupere en poco tiempo el nivel de exportaciones, en particular de petróleo. Pero es un error creer que la economía se recupera por el lado de la cuenta corriente de la balanza de pagos, esto más bien proviene de la cuenta de capitales interna y externamente, como insistiremos más adelante.

Lo que sí es muy cierto en relación a lo señalado por el profesor Hausmann es que cuanto más demore cualquier decisión más alto será el tipo de cambio al que se haga la dolarización, porque habrá relativamente más bolívares que el Banco Central “imprime” a ritmos incontrolables y menos dólares en reservas.

Más aún, el nivel actual de la base monetaria medido en dólares es bajísimo. Si la dolarización es exitosa, el país va a necesitar muchos más dólares para funcionar. Por ejemplo, en Colombia y Argentina, la base monetaria representa 390 y 743 dólares per cápita, respectivamente. En Venezuela llega escasamente a $33 medido al tipo de cambio de Cúcuta o 110 dólares al de 70.000 propuesto por en el plan de dolarización.  Eso quiere decir que hacernos de medios de pago nos va a costar múltiplos de los 3,571 millones de costo inicial.”

Comentario: Comparar la base monetaria medida en dólares de los distintos países es en parte comparar la situación de la economía de los distintos países, y es evidente que Venezuela está mucho peor que los países elegidos. Pero el cálculo sería similar si lo hiciésemos en bolívares, euros, pesos colombianos o pesos argentinos. La unidad de medida no cambia la realidad de la economía.

El dinero sirve como medio de intercambio o depósito de valor. En el caso de la economía dolarizada, y dado que hay poca capacidad de ahorro, evidentemente se emplearían los dólares, sobre todo, como medio de intercambio. Pero eso no varía de la situación actual, que es vivir en una clara aplicación de la Ley de Gresham, por la cual los venezolanos usan la peor moneda (el bolívar) para pagar lo más posible deshaciéndose de ella, y la mejor, el dólar, para ahorrar. Si se usase el dólar no habría esa retirada de la buena moneda, o del mejor circulante de la economía.

Caso ecuatoriano: en el momento de la dolarización la base monetaria era el equivalente a alrededor de 700 millones de dólares al tipo de cambio de 25.000 al que se dio el proceso, es decir menos de 70 dólares por habitante para mantener la referencia del profesor Hausmann. Era una situación bastante similar a la de Venezuela actual, y muy lejana a Argentina o Colombia. 

 “Por eso, la dolarización no va a generar ahorros fiscales como en Ecuador y tampoco va a aligerar la escasez de divisas –es decir, la causa principal del colapso de la producción y de la recaudación fiscal en Venezuela–, sino que la agravará en el corto plazo.”

Comentario: Claro que la dolarización no va a generar ahorro fiscal, y no es cierto que el ahorro fiscal fuese la principal causa de beneficio para la economía ecuatoriana de aquel entonces. Pues el objetivo de la dolarización no es solucionar el problema fiscal. Y de hecho son urgentes y necesarias medidas para corregir el déficit fiscal, y enjuagarlo con inflación no solucionará el problema, sino que dilatará las soluciones de medio plazo.

“Además, es muy probable que la dolarización no sea apoyada por la comunidad financiera internacional, pues la interpretará como un incremento en los compromisos financieros de un gobierno que no puede con los que ya tiene. La dolarización eliminaría una fuente de flexibilidad en un momento en el que el gobierno ya tiene demasiado pocas. Por eso, la dolarización probablemente implique menos apoyo financiero internacional en la recuperación, y por tanto una recuperación más lenta que en una estrategia alternativa.”

Comentario: Es curioso, no se entiende muy bien por qué la comunidad financiera no aceptaría la dolarización, cuando sus deudas están en dólares; ni tampoco cómo se supone que si con los pagos que actualmente tiene comprometidos Venezuelano se pueden realizar bajo ningún concepto esto disminuiría el apoyo a la dolarización. Cuando se dice “flexibilidad” en realidad se quiere decir emisión inorgánica, esto es, generar inflación para diluir las deudas del gobierno, y eso, como hemos dicho y hay miles de ejemplos en la historia monetaria, no es la solución sino trasladar el problema.

Evidentemente es puramente especulativo anticipar qué harán las instituciones y los mercados financieros internacionales, pero no es especulativo constatar que sí confían en el dólar, que es la moneda casi hegemónica de las finanzas internacionales y que no confían nada en el bolívar, que es una moneda devastada. Ahora la cuestión es cómo generar confianza. Según Hausmann el dólar no la generaría, pero otorgándole a las autoridades venezolanas “flexibilidad” sí. La afirmación parece, cuanto menos, extraña.

En el caso ecuatoriano no existió apoyo de las instituciones internacionales para la dolarización (léase banco Mundial o FMI), ni en general mucho optimismo al respecto. Pero poco a poco los resultados positivos fueron generando esa confianza.

“Si el problema principal de la economía venezolana es la escasez de divisas para importar, la solución pasa por aumentar sustancialmente esa disponibilidad. Esto requiere una reestructuración profunda de la deuda externa con un recorte drástico de su valor y una posposición de pagos. Eso mejoraría la disponibilidad de divisas a corto plazo y nos haría más solventes y, por tanto, más atractivos como lugar para invertir o prestar. Pero, como esto no alcanza, necesitaríamos una inyección muy grande de recursos financieros provenientes de entes multilaterales liderados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual es visto por todos los demás actores globales como el líder en el manejo de crisis macroeconómicas y financieras. Además, para poder tener, a mediano plazo, más disponibilidad de divisas necesitaremos mayores ingresos petroleros y eso requerirá abrir el sector petrolero a la inversión privada sin que PDVSA sea dueña del 50%, pues eso limitaría la inversión a lo que ésta pueda cofinanciar. Dado el desastre gerencial, operativo y financiero de PDVSA, esto es poco o nada.”

Comentario: No entendemos muy bien este diagnóstico. Evidentemente la escasez de divisas es consecuencia de la casi nula producción de Venezuela, consecuencia de la aniquilación de toda la estructura productiva y marco de incentivos e instituciones que promueven la producción debido a la aplicación salvaje (y esta vez sí, el socialismo es salvaje, no el capitalismo) del socialismo del siglo XXI.

No se entiende cómo en el párrafo anterior el profesor Hausmann decía que los mercados financieros internacionales podrían reaccionar negativamente ante una dolarización, pero reaccionarían positivamente ante una renegociación de las deudas. Lo uno parece mucho menos confiable que lo otro (y ambos son necesarios).

Coincidimos en que Venezuela es incapaz de asumir sus compromisos de pago, y por ello es imperativa una renegociación de la deuda actual. Pero creemos que esta renegociación se podrá llevar a cabo en muchas mejores condiciones (no de absoluta  confianza por supuesto) con dolarización, esto es, con una medida clara y contundente que garantiza mejor el pago de la deuda que con un bolívar sin confianza y cada vez más devaluado.

Coincidimos en que Venezuela necesitará una recapitalización importante, pero la experiencia de Ecuador como de otros países nos muestra que esta recapitalización no necesariamente se ha de llevar a cabo con exportaciones en el corto plazo, sino con el afloramiento de capitales que se ven favorecidos por la dolarización: la reactivación de capitales que los venezolanos tienen guardados en sus casas (en el conocido como “colchón bank”), las remesas de emigrantes, las inversiones y repatriación de capitales. Y todo esto se producirá de manera mucho más segura y eficiente si la moneda otorga confianza y no se percibe riesgo de devaluación o de expropiación como ocurre actualmente.

El FMI, como hemos dicho, no fue partidario de la dolarización ecuatoriana, pero hasta en sus propios reportes ahora menciona que ha sido positivo para el Ecuador. Sin embargo, a día de hoy, probablemente el FMI, en el necesario plan de reestructuración de la economía venezolana pondría como condición ante un eventual crédito, el dolarizar la economía venezolana lo consideraría como una medida positiva.

Coincidimos en la urgente necesidad de reestructurar PDVSA y la conveniencia de privatizarla incluso. Pero vemos mucho más probable captar fondos del extranjero, que necesariamente vendrán en dólares, si se les da la garantía de eliminar el riesgo de tipo de cambio.

“Renegociación de la deuda, apoyo financiero internacional y apertura del sector petrolero son los temas que debiéramos estar discutiendo, sin los cuales la catástrofe humanitaria no podrá ser resuelta.”

Comentario: Otra vez no entendemos por qué se ve a la dolarización como una medida excluyente, cuando nosotros la entendemos como una medida concomitante a todas las otras planteadas. Evidentemente hay que hacer todo eso y mucho más (un cambio de gobierno que genere confianza, reformas legislativas que deshagan el aparataje jurídico chavista, re-fundación de instituciones imprescindibles para el desarrollo económico…). Pero todas éstas se pueden ver favorecidas con el decretar la dolarización, una medida, comparativamente a todas las demás, muy sencilla y de efectos positivos muy rápidos.

“Por otra parte, nos debemos preguntar si, a largo plazo, la dolarización es el esquema monetario más adecuado para Venezuela. Eso depende de si los salarios en Venezuela, medidos en dólares, pueden ser relativamente estables a lo largo del tiempo. En un estudio comparativo de unos 50 países publicado en 2006, Roberto Rigobón, Ugo Panizza y yo estudiamos la inestabilidad a largo plazo de una estadística equivalente al salario de equilibrio medido en dólares. Demostramos que esta variable es en promedio 3 veces más volátil en países en desarrollo con respecto a países desarrollados. El más volátil de la muestra fue Nigeria, seguido de Venezuela. Resultados similares los obtuvo mi colega Miguel Ángel Santos en un estudio en que encontró que los salarios y el desempleo en Venezuela son mucho más volátiles que en E.E. U.U. y no están sincronizados con éstos. La implicación es que, si Venezuela se dolariza, va a enfrentar un importante dilema: o los salarios van a ser estables, pero el desempleo va a ser muy inestable o el desempleo va a ser estable, pero los salarios en dólares van a tener que ser muy inestables, con largos periodos de caída de salarios y de deflación, cosa que podría ser muy inconveniente y además inconsistente con la legislación laboral vigente.”

Comentario: Evidentemente que la dolarización es una medida con efectos inmediatos y cabría preguntarse si tendrá efectos en el largo plazo. No entendemos cómo el no-dolarizar puede mejorar la relación entre un mercado laboral rígido y los “shocks” petroleros. Otra vez más se pretende solucionar con una medida monetaria problemas que no son monetarios, como es la rigidez del mercado laboral o la dependencia a los shocks petroleros. La rigidez del mercado laboral es otra de las muchas reformas necesarias para la reactivación y la mejora del empleo en la economía venezolana. Si no se dolarizase ambos problemas seguirán igual y la única manera de paliarlos sería una política adecuada del Banco Central para devaluar justo en la proporción necesaria para paliar los “shocks”.

Volvemos a caer en la falacia del nirvana (la suposición de que la política monetaria sería la ideal). Pero aún asumiendo una política monetaria ideal para asumir los shocks y dado que la política monetaria no es simétrica (no se produce igual a una expansión de la masa monetaria que una contracción), al final las políticas monetarias terminan siendo inflacionarias, cargando sobre el conjunto de la población los “shocks” petroleros, no solo sobre los trabajadores dependientes del petróleo. Así no se soluciona el problema con política monetaria, tan sólo se traslada a otros.

Evidentemente hay que adoptar al menos ciertas medidas que acompañen a la dolarización para que ésta funcione mejor y se eviten las grandes oscilaciones señaladas: un marco laboral más flexible (importancia de los salarios variables), evitar subir los salarios mínimos de manera desmedida durante las épocas de “vacas gordas” y creación de fondos de estabilización anti cíclicos, por ejemplo.

“Los países petroleros del Golfo Pérsico pueden mantener un tipo de cambio fijo con el dólar porque tienen reservas internacionales muy elevadas que las pueden usar en años de vacas flacas, pero también porque más de la mitad de su fuerza de trabajo es extranjera y cuando cae el precio del petróleo, muchos se van a su casa. Kazajistán, un país que tenía, hasta el colapso reciente de PDVSA, una producción petrolera per cápita similar a la de Venezuela, y unas reservas internacionales per cápita 20 veces superiores a las nuestras, no ha sido capaz de mantener un tipo de cambio estable. Todo esto indica que Venezuela es uno de los países menos indicados para adoptar la dolarización, desde el punto de vista de su viabilidad a largo plazo.”

Comentario: No creemos que la dolarización sea exactamente “un tipo de cambio fijo extremo” como otros muchos analistas la han definido. La dolarización es la adopción de otra moneda, por tanto, no se requiere de reservas para mantener el tipo de cambio. Por tanto, la comparación con tipos de cambio o cajas de conversión no es exacta. Creemos que este es uno de los mayores malentendidos sobre lo que supone la dolarización y que es preciso aclarar, en dolarización no hay riesgo de perder la paridad como en una caja de conversión o tipo de cambio fijo. Por eso es una medida mucho más confiable y duradera. Son debido a estos malentendidos sobre qué es y sobre cómo funciona la dolarización por lo que ofrecemos nuestro criterio y experiencia desde Ecuador para estudiar el caso venezolano, e intentamos contribuir cuanto podemos a este debate tan enriquecedor para todos.

“El que proponga la dolarización en Venezuela nos tiene que decir, en detalle, cómo va a hacer para cuadrar las cuentas fiscales, pues la dolarización va a hacer esa tarea más difícil. Nos tiene que decir, en detalle, cómo va a aumentar la capacidad de importación del país, porque la dolarización nos lo hará más difícil. Nos tiene que decir, en detalle, como va a obtener financiamiento externo, si la comunidad internacional se opone, como probablemente lo hará, a apoyar la dolarización. Y nos tiene que decir, en detalle, qué reformas a las actuales leyes laborales y de seguridad social van a proponer para hacer que los salarios y pensiones puedan adecuarse en el tiempo a los vaivenes de una economía tan volátil como la nuestra.”

Comentario: El profesor Hausmann carga sobre los partidarios de la dolarización el comentar en detalle casi todas las reformas necesarias para la recuperación de la economía venezolana… tarea compleja, pero obligación que es igual de compleja para los partidarios de la moneda propia. Como hemos indicado creemos que son muchas las reformas necesarias para la reactivación de la economía venezolana, pero los partidarios de la dolarización lo que debemos explicar “en detalle” es cómo proponemos llevar a cabo la dolarización; y para ello pueden servir las exitosas experienicas de Ecuador o El Salvador.

Las cuentas fiscales son insostenibles, en eso coincidimos todos, y la dolarización no las solucionará, pero sí las sincerará y permitirá una mejor financiación internacional para las mismas. La capacidad de importación mejorará eliminando el problema del tipo de cambio. Y las reformas laborales de una mayor flexibilización son necesarias, pero en dolarización esto permite incrementar la capacidad de ahorro de los trabajadores y con ello aumentar su riqueza. 

“Creo que las respuestas a estas preguntas dejarán en claro que, si dolarizamos y no hacemos las demás cosas que tenemos que restaurar, los derechos económicos y aumentar la disponibilidad de divisas, no saldremos de la catástrofe humanitaria en la que estamos y la dolarización no se sostendrá porque el gobierno no tendrá cómo hacer frente a sus compromisos. Si hacemos las cosas que nos permitan aumentar fuertemente las importaciones, cuadrar las cuentas fiscales sin emisión inorgánica de dinero y recuperar los derechos económicos, el bienestar se recuperará rápidamente.  Y si en ese contexto dolarizamos, la recuperación será más lenta y difícil, no más rápida, como se ha dicho. Y ese costo de corto plazo lejos de estar compensado por beneficios posteriores, nos traerá enormes dificultades a largo plazo.”

Comentario: Ciertamente aquí se plantea un dilema importante… que en realidad no lo es. Se dice con frecuencia que si la dolarización para ser exitosa y sustentarse requiere de reformas estructurales, entonces es mejor hacer esas reformas y no dolarizar porque también son necesarias y suficientes para sustentar una nueva moneda local. En realidad nuestra visión es más simple: Venezuela requiere de la dolarización para tener un mejor marco monetario que sustente mejor el edificio de la sociedad (lo cual no se lograría con una moneda local), y al mismo tiempo de las reformas estructurales para poder avanzar en los demás ámbitos. Lo uno no excluye lo otro, se complementan.

Conclusión

Para concluir parece importante señalar la diferencia metodológica con el profesor Hausmann: él parece ver la dolarización en términos de la sostenibilidad del gobierno, nosotros en términos de los ciudadanos. Él parece ver la dolarización como una solución a los problemas fiscales, nosotros como una solución a los problemas monetarios. Y nos parece incorrecto intentar solucionar los déficits fiscales con políticas monetarias, pues lo que esto significa en realidad es pagar las deudas del gobierno con inflación para todos, el impuesto más injusto y desproporcionado posible. Como el mismo profesor Hausmann reconoce en su texto, el problema fiscal de Venezuela es inasumible, pues el Estado venezolano está quebrado. Por tanto, no tiene sentido decir que con dolarización no se sostendrá, pues en ningún caso se sostiene ya.

Ahora bien, la dolarización es mucho más resiliente de lo que parece anticipar el profesor Hausmann, la dolarización puede aguantar una quiebra del Estado… eso sí, con la tremenda ventaja de no quebrar la moneda y por ello no trasladar los problemas de las finanzas públicas a las finanzas privadas de los ciudadanos y empresarios. Por ello proponemos la dolarización como una medida para recuperar la economía ciudadana. Lamentamos ser mucho más pesimistas que el profesor Hausmann, la economía venezolana está tan devastada por tantos años de un socialismo salvaje que no creemos que, en ningún caso, “el bienestar se recuperará rápidamente”.

Pero sí creemos que con dolarización se dará un importante paso en permitir a los venezolanos alcanzar más bienestar, pues al menos el poco dinero que tendrán conservará su valor y no estarán sus ahorros y sus planes de futuro dependientes del capricho del político de turno, o de las necesidades de financiación de un Estado ineficiente y quebrado.  Y sí creemos que con dolarización todos los demás problemas se podrán al menos afrontar mucho mejor y más rápidamente, pues la cuestión monetaria queda solucionada definitivamente, y además se da un mensaje claro a los mercados y a los ciudadanos de compromiso con instituciones fuertes y soluciones de mercado.

Por todo ello planteamos la dolarización como la mejor alternativa monetaria para Venezuela, y ofrecemos, humilde y sinceramente, nuestra experiencia en el caso ecuatoriano para ayudar en lo que podamos a los venezolanos a salir del desastre económico y monetario que el régimen tiránico del socialismo del siglo XXI les ha sumido.

 

Con la asistencia de José Miguel Navas, estudiante de economía de la Universidad San Francisco de Quito y DABI, Dollarization and Banking Institute de la Universidad San Francisco de Quito.

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Pablo Lucio Paredes

Pablo Lucio Paredes

Pablo Lucio Paredes es doctor en Economía Aplicada por el Instituto de Estudios Políticos de Paris. Profesor en la Universidad Católica del Ecuador, la ESPOL, IDE y actualmente la Universidad San Francisco de Quito. Ha realizado múltiples consultorías para empresas nacionales e internacionales. Ex Asambleísta Constituyente. Socio fundador de la revista EKOS Economía, creador de los programas de TV “Usted y su dinero” y “Economía para todos”. Promotor del Contrato Social por la Educación. Editorialista del diario El Universo y autor de varios libros sobre la economía ecuatoriana. Director del Instituto de Economía de la USFQ y profesor de San Francisco Business School.


Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded

Luis Espinosa Goded es profesor de economía en la Universidad San Francisco de Quito. Tiene un Máster en bolsa y mercados financieros (Instituto de Estudios Bursátiles IEB) y un Máster en Comercio Internacional (Centro de Esctudios Económicos y Comerciales CECO). Es fiel seguidor de la obra de Antonio Escohotado y Deirdre McCloskey.

 

 

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3 Comentarios

  1. Augusto de la Torre el 16 julio, 2018 a las 8:59 am

    Para un país como Venezuela, cuyos términos de intercambio son volátiles, tener moneda propia sería un «first best», ya que le permitiría absorber choques de términos de intercambio de manera más eficiente. Pero, obviamente, es mejor no tener moneda propia si no existe la fortaleza e integridad institucional mínima para administrarla responsablemente. Además, me parece que la dolarización de facto es inevitable en Venezuela y, de hecho, ya se ha materializado: dado el caos económico que ese país vive, los agentes económicos naturalmente buscan refugio en el dolar, tanto para guardar sus ahorros (aservo de valor) como para hacer transacciones (medio de pago) y valorar activos (unidad de cuenta). La dolarización de facto tiende a ser una secuela natural de la hiperinflación.

    Frente a esta situación, habría un camino intermedio para Venezuela que ustedes no exploran, un camino como el que ha seguido Perú, a saber, aceptar la inevitable dolarización de facto de la economía e ir cultivando lenta pero sistemáticamente una moneda propia. Gracias a un fortalecimiento progresivo pero sustancial de su institucionalidad monetaria, financiera y fiscal, Perú se ha ido desdolarizando voluntariamente (primero se dió la desdolarización transaccional, luego la desdolarización financiera) a los largo de tres décadas. Perú ahora disfruta de los beneficios de tener moneda propia y tiene candados institucionales que evitan los maleficios de tener moneda propia.

    • Daniel Fernández Daniel Fernández el 23 julio, 2018 a las 8:55 am

      Estimado Augusto, muchas gracias por dejar su valioso comentario,

      Sinceramente dudo mucho que tener flexibilidad para hacer frente a shocks externos sea algo positivo en una moneda. Al final cuanto más eficiente es el sistema monetario transmitiendo los cambios en los precios, es decir, las escaseces relativas internacionales, más rápido pueden los agentes económicos adaptarse a las nuevas condiciones económicas mediante una rápida readaptación del aparato productivo. Si suavizamos o evitamos el shock significa, literalmente, que los productores están recibiendo información distorsionada sobre las escaseces relativas y por tanto se están desperdiciando recursos productivos que serían más valiosos en otras áreas productivas.

      http://danifernandez.org/articulo/dolarizacion/

      Un saludo y de nuevo gracias por su comentario.

  2. Esteban el 23 julio, 2018 a las 4:17 am

    Gracias por el artículo!

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