Bloqueos: ¿afectan más a los pobres o a los ricos?
La situación política es más que intensa en Guatemala. Algunos grupos políticos utilizan los bloqueos de carreteras como medida de presión política.
En este artículo vamos a intentar dilucidar si los bloqueos afectan en mayor medida a las personas con menores ingresos o a las personas con mayores ingresos.
Bloqueo como forma de hostigamiento a la población
Conviene empezar dejando claro que el bloqueo de carreteras no es más que una forma de hostigamiento que busca, de forma explícita, perjudicar a la población. Quizá se haga en busca de un bien mayor, pero es necesario recalcar que el bloqueo busca generar el mayor perjuicio posible a la población.
Los bloqueos de carreteras son especialmente dañinos en un país como Guatemala en el que no hay formas alternativas de transporte a los vehículos que transitan por carreteras. La ausencia de tren, tranvía o metro hace que paralizar a un país o una ciudad sea relativamente sencillo logísticamente. Basta con bloquear unos pocos puntos estratégicos para, de facto, encerrar a la población en sus casas y evitar el abastecimiento de las ciudades.
El coste más explícito: restricción al libre movimiento de personas
El coste más explícito que generan los bloqueos de carreteras son los atascos kilométricos y la pérdida de horas de miles de personas encerradas en sus vehículos sin poder moverse. Adicionalmente, cuando las personas son capaces de adelantar la existencia de bloqueos, evitan movilizarse en la medida de lo posible, quedando muchos de ellas encerradas en sus casas.
¿Afectará más a los ricos o a los pobres la restricción al libre movimiento?
Por suerte o por desgracia, los encierros de la pandemia nos han dejado una información sin igual sobre el sufrimiento de estos costes por parte de la población.
Las personas con mayores ingresos suelen tener mucha más posibilidad de hacer teletrabajo que las personas más humildes. La posibilidad de teletrabajar implica, por supuesto, una menor exposición a los costes derivados de no poder acudir físicamente al trabajo. En Guatemala, además, la informalidad afecta primordialmente a las capas más desfavorecidas de la población, lo que implica que la imposibilidad de acudir al trabajo se trasladará, con mucha seguridad, en menores ingresos o posiblemente en una ausencia completa de ingreso mientras dure la imposibilidad de acudir al trabajo.
Si las personas más pobres se ven empujadas a acudir al trabajo, a pesar de la existencia de los bloqueos, muy probablemente también serán los que, en su mayor parte, tendrán que soportar los atascos y los costes derivados de esos atascos.
Por tanto, no queda mucha duda, los costes a la restricción de los movimientos impuestos por los bloqueos impactarán en mucha mayor medida a las capas más desfavorecidas de la población.
Coste de avituallamiento: previendo el desabastecimiento (y un encierro)
Los bloqueos buscan también cortar las vías de acceso a la ciudad con el objetivo de generar un desabastecimiento. La población, en la medida de lo posible, intenta adelantarse a esta problemática realizando compras anticipadas de víveres de todo tipo, desde comida a consumibles del hogar como papel higiénico o pasta de dientes.
La mayor parte de este gasto en abastecimiento probablemente no termine en un gran sobrecoste para muchas familias. Sin embargo, sí que genera la necesidad de adelantar un coste y aquí, una vez más, los más pobres llevan las de perder.
Para adelantar un gasto es necesario tener un colchón de ahorro o tener capacidad de endeudamiento. En ambos casos, las personas con mayores ingresos cuentan con una ventaja sobre las personas con menores ingresos.
Si los más pobres son incapaces de adelantar un gasto por no contar con ahorros o capacidad de endeudamiento, es posible que se vean en la obligación de hacer compras cuando el desabastecimiento ya ha ocurrido. En un momento de desabastecimiento, los precios se disparan, lo que implica que los más pobres tendrán que comprar los alimentos y otros enseres domésticos a precios mucho más elevados que el resto de la población.
Por tanto, en este punto también, los más pobres serán los que principalmente se lleven la mayor parte del coste de los bloqueos.
Costes a empresas: las más pequeñas sufren más
Los manifestantes que generan los bloqueos están convencidos de que están generando pérdidas millonarias a las empresas más poderosas de Guatemala. Probablemente en este punto tienen razón.
Pero no está tan claro que sean todas las empresas poderosas las que se lleven un golpe ni, tampoco, que sean precisamente las más poderosas las más afectadas.
El coste de los bloqueos no se reparte de forma simétrica entre sectores económicos. Las empresas que se encuentren en sectores con alta rotación de inventarios, las que no dependan de la presencialidad de sus trabajadores y las que dependan de la venta al público serán las que más sufran. Pero las empresas que tengan suficientes inventarios o la que los roten poco, las que no dependan principalmente de la presencialidad de sus trabajadores y las que no dependan de la venta al público, tenderán a sufrir en mucha menor medida.
Adicionalmente, y de forma análoga a lo que ocurría con las personas con menos recursos, las empresas más pequeñas suelen tener menos capacidad para aguantar imprevistos. Una gran empresa suele contar con la capacidad financiera suficiente para aguantar golpes negativos (en forma de seguros y reservas de capital líquido). Por tanto, las empresas más pequeñas y modestas, las que cuentan con menos empleados, tenderán a ser las que sufran en mayor medida los efectos de los bloqueos.
Una vez más, los menos favorecidos son los que se llevan los golpes más duros de los bloqueos de carreteras.
Conclusión
Los bloqueos son medidas de presión política que buscan explícitamente imponer costes en la población. Por desgracia, el grueso de esos costes va a recaer en los estratos más débiles de la población (que paradójicamente son los que dicen defender las organizaciones políticas que organizan/defienden los bloqueos).
Aviso legal: el análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor, las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la Universidad Francisco Marroquín.
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Daniel Fernández
Daniel Fernández es el fundador de UFM Market Trends y profesor de economía en la Universidad Francisco Marroquín. Tiene un doctorado en economía aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid y también era un fellow en el Mises Institute. Tiene un máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos y un máster en Economía Aplicada por la Universidad de Alcalá en Madrid.
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