La economía española continúa sorprendiendo por su fortaleza ante un entorno político de gran incertidumbre y un crecimiento global decepcionante. Con todo, se observa una leve desaceleración, tanto en la actividad como en el empleo.
La economía española continúa sorprendiendo por su fortaleza ante un entorno político de gran incertidumbre y un crecimiento global decepcionante.
Con todo, se observa una leve desaceleración, tanto en la actividad como en el empleo. Los PMIs ponen la nota más negativa, mientras que los indicadores adelantados de sectores cíclicos como el automovilístico y el inmobiliario no refuerzan estas señales.
Por el lado de los precios, persisten las tasas de inflación negativas tanto en los bienes de consumo como en los industriales. El factor energético se mantiene como una influencia importante y, en el caso de los últimos meses, empuja hacia arriba las tasas de inflación.
Desde el punto de vista financiero, el buen comportamiento en el precio de los bonos, cuya rentabilidad ha descendido del 1% en el bono a 10 años, contrasta con unas bolsas lastradas por fenómenos globales y por el sector bancario.
El total de activos del sector bancario ha vuelto a descender en los últimos meses.
Las tasas de crecimiento del stock de crédito, que mantienen su signo negativo excluyendo el concedido a las Administraciones Públicas, repuntan en los últimos meses apoyadas por el buen comportamiento del crédito al consumo de las familias y el repunte del crédito empresarial.
Los problemas que sufre la banca, que muchos achacan al entorno de tipos actual, responderían más a otros factores, ya que la reducción del margen de intermediación ha sido leve y está en niveles muy superiores a los de 2010-2012.
En cuanto al sector exterior, destacamos el repunte en el superávit por cuenta corriente, ayudado por el desplome en el déficit energético, que se ha dado gracias a la caída del precio del petróleo. Las entradas netas por inversión extranjera directa también han aumentado en los últimos meses.
Los datos invitan a pensar en una estabilización de las tasas de crecimiento en torno al 3% anual. El gran desequilibrio macro pendiente continúa siendo el elevado déficit público, que no tiene visos de corregirse. Asimismo, la enorme magnitud de la posición deudora de España frente al exterior supone una debilidad de cara al futuro.