En nuestro primer informe nos planteamos la sostenibilidad de la recuperación de la economía española. En contraste con el optimismo de parte de analistas e instituciones, señalamos algunas vulnerabilidades y desequilibrios que no se han corregido.
En nuestro primer informe nos planteamos la sostenibilidad de la recuperación de la economía española. En contraste con el optimismo de parte de analistas e instituciones, señalamos algunas vulnerabilidades y desequilibrios que no se han corregido. Pero tampoco nos posicionamos en el lado pesimista y apuntamos a importantes avances y ajustes.
En el periodo transcurrido desde la publicación del anterior informe, los datos macroeconómicos de España han mejorado, mientras el contexto internacional ha empeorado en varios aspectos, y los mercados financieros han sufrido turbulencias y correcciones de cierto calado.
Las causas se han localizado principalmente en el inacabable asunto griego, pero mucho más aún, en la situación del gigante chino. Los miedos a un aterrizaje brusco de China han generado una serie de efectos directos e indirectos sobre la economía internacional y los mercados financieros.
Asimismo, diversos indicadores relacionados con el comercio global (como las exportaciones de Corea del Sur) apuntan a una desaceleración de la economía internacional.
Pero no todo ha ido a peor. Hay un elemento del contexto global que supone un impulso a la economía española: la notable recaída del precio del petróleo. Esta supone un aumento en la renta disponible de los hogares y una reducción en costes de producción de las empresas.
En el panorama nacional, destacamos el escenario de mayor incertidumbre y riesgo político, motivado por la situación de Cataluña y las elecciones generales. En cierta forma, las consecuencias se han manifestado ya en estos meses, debido al retraso de algunos proyectos de inversión y el repunte en la prima de riesgo.
La economía española pasa por una fase de estabilización en su crecimiento, que probablemente se sitúe próximo a tasas interanuales del 3%. Pero, tanto la elevada posición deudora frente al exterior como el todavía abultado déficit público presentan retos que deben tomarse en cuenta. Destacamos por el lado positivo el desapalancamiento del sector privado, en particular del sector bancario. Pese a la destrucción de crédito que aún persiste, la economía ha conseguido acelerar su crecimiento en los últimos trimestres.
De cara al tercer trimestre, los indicadores adelantados apuntan a cierta desaceleración, que analizaremos en detalle en el próximo informe.