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La tragedia del volcán dispara la solidaridad chapina

El domingo 3 de junio de 2018 el Volcán de Fuego, en Guatemala, entró en fuerte actividad, y al erupcionar provocó una enorme catástrofe natural, por los flujos piroclásticos y ríos de lava expulsados, que arrasaron con varias comunidades a las faldas del coloso. Esta enorme tragedia, con todos los estragos que ha provocado, ha dado lugar a ver la parte más humanitaria y altruista de las personas.

Guatemala es un país proclive a los desastres naturales por su ubicación geográfica, su orografía altamente accidentada y la vulnerabilidad de sus costas. Anteriormente han ocurrido otro tipo de catástrofes naturales como huracanes (Mitch en 1998, Stan en 2003, Ágata en 2012) que han provocado gran destrucción a su paso. La catástrofe natural importante más reciente fue el terremoto de San Marcos, del 7 de noviembre de 2012. En todos estos casos la ayuda ha fluido hacia los más necesitados. Y es que el altruismo es algo típico del chapín, y hasta es reconocido a nivel internacional pues Guatemala se encuentra en el puesto 41 de 145 países en el último listado del “World Giving Index”, un índice que mide el grado de solidaridad de un país en términos de donaciones en dinero y tiempo. En tiempo donado, Guatemala se encuentra en el puesto 25 del ranking.  

Pero esta situación no ha tenido precedentes cercanos. El tiempo de los voluntarios, el volumen de donaciones y la ayuda en general han superado cualquier caso que se haya visto previamente. Y es interesante escudriñar en las razones de esto. En el presente artículo presentaré al lector algunas de las razones por las que considero que la ayuda ha sido tan sorprendentemente abundante. Y en reconocimiento a la labor que han hecho quienes han dado de su tiempo, esfuerzos o recursos, va también dedicado este artículo.

Reacción lenta vs. reacción rápida

En la tragedia ha hecho acto de presencia tanto la esfera pública como la privada. Tanto el gobierno, prometiendo ofrecer apoyo, como ciudadanos particulares y empresas han querido aportar su granito de arena. Pero la prontitud de la ayuda, en casos como este, juega un papel trascendental, pues de poco sirve que la ayuda llegue con una gran tardanza. Los guatemaltecos reaccionaron rápidamente a la tragedia formando centros de acopio improvisados, recolectando víveres y ropa, o donando parte de su tiempo. Las empresas también reaccionaron rápido, habilitando algunas sus instalaciones para la recolección de víveres, dando donaciones en dinero o especie o hasta habilitando plataformas para gestionar donaciones. Mientras que el gobierno estaba atrapado entre la burocracia y la incapacidad de reacción de los gobernantes, los ciudadanos lograron organizarse espontáneamente para hacer llegar la ayuda. Y el hecho que el gobierno se mostrara incapaz de reaccionar también influyó en la gente, pues muchos consideraban que el gobierno mostraba tal grado de ineptitud que era mejor que ni siquiera se involucrara porque podría complicar la ayuda.

¿Individualistas?

Y si algo demostró la reacción de los guatemaltecos es que, ante una gran tragedia, el chapín no es indiferente al dolor ajeno. La sociedad guatemalteca puede ser considera como individualista al grado de que las personas sólo se interesan en sus círculos familiares más cercanos. Pero este mito, apoyado por quienes encuentran en la búsqueda del interés propio la raíz de todos los males, parece alejarse mucho de la realidad cuando vemos ejemplos de gran altruismo como los presenciados recientemente.

Altruista, muy altruista

Sentir compasión por alguien de nuestros círculos familiares es bueno, pero no es en sí mismo admirable. Lo admirable es el altruismo puro, el comportamiento voluntario y costoso, motivado por el deseo de ayuda a otro, tal y como lo define la psicóloga Abigail Marsh. La doctora Marsh ha encontrado que la compasión es parte importante de este altruismo, pero que en sí no nos dice nada de las grandes muestras desinteresadas de amor al prójimo. Es relativamente fácil preocuparse por el otro cuando nos representa un bien mediato o inmediato. Si sé que al hacerle un favor a mi hermano o a mi vecino yo recibiré el mismo tratamiento, no representaría un gran costo para mí. En cambio, cuando no hay ningún tipo de posibilidad de que yo reciba un beneficio de ayudar a otro, la dinámica cambia y el interés de la reciprocidad no es el motivante de esa conducta. La doctora explica que el cerebro de las personas más altruistas es diferente, pues les permite identificar de mejor manera los miedos de las personas, y son mejores para identificar cuando alguien está en peligro.

El papel de las redes sociales

Y esa capacidad de identificar mejor lo miedos y peligros de los demás se conjugó con la gran exposición en los medios de comunicación que tuvo esta tragedia. Desde tempranas horas las redes sociales se llenaron de imágenes impactantes del desastre del volcán, desde fotografías del campo de golf de La Reunión, pasando por los flujos piroclásticos descendientes del volcán, hasta imágenes desgarradoras de personas alcanzadas por esos flujos o de aldeas completamente destruidas. Las tragedias anteriores no habían tenido una exposición a redes sociales tan grande, o no habían dado lugar a imágenes tan impactantes. Como se explicó en el apartado anterior, las personas altruistas son más capaces de identificar situaciones de miedo y peligro en los demás, y cuando esta capacidad se ve multiplicada por cientos de imágenes, el altruismo se multiplica. La exposición mediática, entonces, fue uno de los principales drivers psicológicos que explican la magnitud de la ayuda recibida.

El efecto multiplicador del yo también

Otro de los posibles detonantes de la enorme cantidad de ayuda recibida fue la búsqueda personal de formar parte del grupo de altruistas que asisten a los demás. Como seres sociales, las personas buscan validación y aprobación de sus congéneres y ayudar a los necesitados siempre está bien visto. Y dado que la ayuda empezó a surgir rápidamente, para ser considerado como alguien bondadoso, las personas con este tipo de motivación se movilizaron para ser validados por los demás. Esta actitud, aparentemente egoísta, es eficaz porque genera externalidades positivas de red al multiplicarse su exposición a través de redes sociales.

Perteneciendo al mismo grupo: el tótem

Pero los puntos anteriores no terminan de explicar algunas cosas como la conexión que pudieron sentir las personas con los damnificados. Se mencionó anteriormente que es más fácil sentirse compasivo con alguien cercano, pero es difícil hacerlo con alguien que uno jamás ha visto y no tiene forma de idearse una imagen de él. Pero de algún modo, hay lazos que unen a las personas aunque no se lleguen a conocer personalmente. En Sigmund Freud, y su libro Tótem y Tabú, encontramos una explicación de la pertenencia de una persona a una comunidad. Para Freud, en sistemas tribales anteriores a la civilización moderna, existía una relación de personas alrededor de un tótem que servía como sistema religioso arcaico, donde los miembros de una tribu asumían el nombre del tótem y creían descender de él. El tótem proporcionaba un sentido de pertenencia y comunidad que fortalecía los lazos comunitarios. Aunque esto fue el origen de la civilización, Freud encuentra que el sistema totémico se mantuvo de alguna forma en las sociedades más modernas. Y es interesante ver esas relaciones en las motivaciones para ayudar al prójimo. Por ejemplo, para las personas que alguna vez visitaron el Hotel & Resort La Reunión, ver las imágenes de la destrucción del lugar tuvo un efecto fuerte al verse ellos mismos asociados indirectamente con la destrucción por haber estado físicamente en ese lugar y pertenecer “al mismo tótem” que las personas que presenciaron ese desastre.

¿Responsabilidad Social Empresarial u oportunismo?

Las empresas también se movilizaron, ofreciendo de manera masiva apoyo a las víctimas a través de habilitar centros de acopio, movilizar ayuda, ofreciendo dinero o donaciones en especie o hasta multiplicando la ayuda recabada. Algunas personas podrían creer que la ayuda empresarial se debe a mero oportunismo para generar publicidad y aumentar sus ingresos. Negar esta posibilidad y aducir un alto grado de altruismo de los empresarios también sería iluso, por lo que es interesante investigar la posibilidad de la publicidad. ¿Es en sí malo aprovechar una tragedia para mejorar la imagen de una marca? La discusión filosófica queda fuera de este artículo, pero la económica nos hace pensar que no es condenable este tipo de actitudes. Las empresas tienen programas de Responsabilidad Social Empresarial que buscan generar impacto positivo en las sociedades fuera del mero ejercicio empresarial. Parte de estos programas busca generar una buena imagen de la empresa ante la sociedad, en un enfoque de “devolver un poco de lo recibido”. Y aunque no es exactamente un marketing directo, sí es una manera de generar un top of mind de la empresa ante sus consumidores, o lo que es lo mismo, hacer que el consumidor recuerde que su marca se involucra en causas importantes. Sería demasiado osado afirmar que las empresas quieren que sucedan catástrofes para aprovecharse y mejorar su imagen pública, pero es factible que, dada una desgracia, quieran potenciar algo bueno. Y la serie de externalidades que surgen de esa ayuda empresarial es bastante deseable.

¿No sería mejor que las empresas regalen todo?

Una postura interesante de analizar, por lo errada que es, es la de sugerir que las empresas regalen todos los insumos necesarios para lidiar con la catástrofe humanitaria. Pero esta idea ignora por completo los principios de oferta y demanda que regulan las relaciones de mercado. Es fácil pensar que las empresas que venden medicinas, ropa, comida o insumos deberían regalar todo lo necesario para aliviar la tragedia. Ahora, esta postura olvida la importancia de la relación oferta-demanda para el adecuado abastecimiento. La oferta se complementa con la demanda, pues la primera satisface los deseos de la segunda. Para que haya abastecimiento, ambas deben ir alineadas y, si aumenta la segunda, la primera tenderá a aumentar paulatinamente. Si la oferta llegase a desaparecer (por haberse donado todas las existencias por ejemplo de mascarillas) no podría donarse mucho más allá del stock actual. En cambio, si las donaciones provienen del lado de la demanda, el aumento en la demanda tenderá a un aumento en la oferta y a una mayor disponibilidad de mascarillas donadas. Otro punto importante es que las empresas no tienen la capacidad de donar que tiene todo el resto de la población en su conjunto.          

Cosmos vs. Taxis

Con los puntos anteriores explicados se puede vislumbrar la importancia de los órdenes espontáneos para solucionar problemas en el mercado. El altruismo en una sociedad que se identifica con una tragedia da lugar a la rápida y efectiva acción que busca paliar el dolor. Ese es un gran ejemplo de un cosmos surgido de manera espontánea y sin intencionalidad[1]. En la opinión del autor de este artículo, esa es la mejor manera de ayudar en este tipo de eventos, pues los incentivos se ven alineados con las necesidades de los afectados. Ahora, el gobierno también interviene dada su política de ayuda social a damnificados. Como se pudo evidenciar en esta tragedia, la ayuda gubernamental es lenta por la enorme complejidad del aparato burocrático del Estado, y por la necesidad de pasar por formalismos legales para gestionar ayudas. Este tipo de taxis siempre llegará después del cosmos de la ayuda espontánea. Pero hay algo que sí considero pertenece a la esfera gubernamental; la prevención de desastres.

Las personas tienen problemas para identificar situaciones de verdadero peligro y descontar (a valor presente) el costo de prevenirlas, porque el cerebro humano tiene sesgos que le dificultan el entendimiento de estas situaciones. Por eso, aunque la ayuda privada sirva de paliativo ante una calamidad, no sustituye de ninguna manera una política activa de prevención de desastres. Dado el fallo consciente de planificación humana ante un desastre, es responsabilidad del Estado el desarrollar políticas que faciliten a las personas la evaluación de riesgos y el desarrollo de planes de contingencia.

A manera de conclusión, debo reconocer que pueden existir otras motivaciones personales para decidir ayudar. A fin de cuentas, las personas somos seres complejos en nuestra particular subjetividad. Lo importante en este artículo es mostrar que la ayuda fue más abundante de lo que normalmente sería en otro tipo de catástrofes, y eso no puede sino hablar bien de la actitud del guatemalteco promedio. Y, si la capacidad de compasión y de involucramiento del chapín son tan buenas, surgen dudas de por qué hay tantas situaciones precarias en el país. Específicamente por qué hay tanta pobreza, pero ese es tema para otro artículo.

 

 

 

[1] Para entender completamente la diferencia entre cosmos y taxis recomendamos esta corta explicación: http://bazar.ufm.edu/los-ordenes-sociales-evolutivos-hayek-habla-de-cosmos-y-taxis-ordenes-espontaneos-o-creados/

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Jorge Eduardo García

Jorge Eduardo García

Jorge Eduardo García es licenciado en Economía con especialización en Finanzas por la Universidad Francisco Marroquín. Ha participado en seminarios internacionales de la Foundation for Economic Education. Fue research intern del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES) y también ha colaborado en experimentos con el Centro de Economía Experimental Vernon Smith de la UFM. Así mismo fue intern del Financial Research Center de la UFM y trabaja en temas de risk management.

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2 Comentarios

  1. Andrea el 12 julio, 2018 a las 1:45 pm

    Muy objetivo el artículo, Jorge; ver como seres sociales nos apoyamos unos a otros y como seres individuales buscamos la aprobación delos otros. Sólo le corrijo las fechas Stan fue en 2005 y la tormenta tropical Agatha en 2010 justo después de la explosión del volcán de Pacaya a finales del mes de mayo.

  2. Priscilla Prichy Hudson el 13 julio, 2018 a las 9:58 am

    Es conmovedor ver la generosidad general del Guatemalteco promedio que responde ante la adversidad de tal magnitud, haciendolo sin demora, incluyendo en el esfuerzo a las empresas privadas, especialmente en nuestros tiempos actuales en donde parecieran reinar tantos sentimientos negativos. El mensaje positivo recibido es que Guatemala puede salir adelante, el Guatemalteco quiere salir adelante; aun vive en el, el espiritu luchador conocido de antano y merece darsele la oportunidad de florecer aun mas con las herramientas adecuadas de hoy en dia, y que a nivel gubernamental se aprenda a mejorar de esta tragedia los recursos siguiendo ese mismo espiritu de generosidad y solidaridad.

    *(el nombre del hotel & resort es La Reunion).

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