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AMLO, ¿amigo o enemigo de la inversión privada?

La postura de AMLO sobre las inversiones privadas no es tan fácil de dilucidar como algunos creerían. No se puede clasificar simplemente a López Obrador como un socialista enemigo de lo privado, porque ese juicio deja de lado mucha información. AMLO tampoco encaja en el perfil de la administración anterior, muy partidaria de las concesiones y amiga de las inversiones privadas. Para entender cuál es el rumbo que se ve a la inversión privada en el gobierno de AMLO se debe analizar cuáles han sido los trasfondos de las políticas que ha apoyado y sus enfrentamientos con la iniciativa privada. Esto es justamente de lo que trata este artículo.

AMLO ¿el socialista?

El proyecto de Andrés Manuel López Obrador ha sido (des)calificado por algunos opositores como una variante “mexicanizada” del proyecto socialista de Hugo Chávez. Aunque ambos se valieron del apoyo de las masas para alcanzar el poder, los primeros pasos de AMLO no apuntan al desarrollo de un proyecto socialista que busque atacar “a muerte” a la iniciativa privada, sino más bien un proyecto de fortalecimiento del sector público, aunque en detrimento del crecimiento del sector privado. Es debatible si es muy pronto para dilucidar y negar rotundamente que las intenciones de AMLO sean expropiar, pero sus primeras políticas y acercamientos con la iniciativa privada no parecen seguir ese rumbo. Por ahora, negar esta posibilidad en el corto y mediano plazo parece lo más sensato.

Y, aunque su partido tenga entre sus filas políticos abiertamente socialistas, no se puede inferir de manera tan abierta que todo el partido sea socialista. Es importante recordar que, para hacerse del capital político necesario para ganar las pasadas elecciones, AMLO abrió su partido y empezó a aceptar personas de muchas agrupaciones políticas y de ideologías diferentes, lo que resto unanimidad al perfil del político de Morena. Al no seguir todos la misma línea de pensamiento, es difícil que los proyectos de ley más extremos lleguen a aprobarse. Es importante recordar que muchos se movieron a Morena por conveniencia, más que por convicción, lo que resta fuerza a las reformas de extrema izquierda. Es innegable que proyectos como la utilización de reservas internacionales para gasto público cause pánico entre expertos macroeconómicos, pero son proyectos esporádicos sin un respaldo fuerte para llegar a transformar el sistema económico mexicano.

AMLO ¿el capitalista?

Pero no encasillar a AMLO en la definición de socialista no necesariamente implica que sea capitalista. AMLO es cualquier cosa menos un libertario. Para empezar, hay que abandonar esa falsa dicotomía (que intencionalmente acabo de introducir en este artículo) de que si alguien no es capitalista es comunista, pues en el siglo XXI la política y la ideología han variado en formas más complejas que mezclan virtudes y defectos de ambos sistemas económicos. Por eso no se puede encasillar tampoco a AMLO como capitalista, porque muchas de sus ideas están enfocadas al fortalecimiento de lo público y lo estatal. Además, es necesario recordar sus múltiples y constantes críticas a lo que el entiende por el “neoliberalismo de los gobiernos anteriores”.

Entonces, como AMLO no es un crítico acérrimo de lo privado, pero tampoco un partidario del libre mercado, ¿qué es? Para entenderlo, y entender el rumbo que su gobierno puede tomar con respecto a las inversiones privadas se deben analizar tres casos significativos: la cancelación del NAIM (nuevo aeropuerto Ciudad de México), el fortalecimiento de Pemex y las cancelaciones de las subastas eléctricas.

¿Por qué cancelar el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México no ahuyentó a los inversionistas?

El actual aeropuerto de la Ciudad de México no da abasto con la demanda. En los próximos años el aeropuerto colapsaría de no tener alternativas de expansión. A partir de esa necesidad, en el sexenio de Peña Nieto surgió el proyecto de construir un nuevo Aeropuerto Internacional en Texcoco. AMLO y su equipo de gobierno se mostraron en contra por distintos motivos que no vale la pena profundizar en este artículo. Lo importante es qué pasó luego de que AMLO convocara a un tipo de “consulta popular” realizada fuera del gobierno, y donde ganó el NO a la construcción del NAIM.

El capital privado que invirtió en el proyecto ya estaba comprometido y la construcción ya había dado inicio. Pero AMLO, en respeto de su consulta, decidió cancelarlo unilateralmente. Cancelar un proyecto de semejante magnitud, y sin consideración a los inversionistas, tiene usualmente repercusiones catastróficas para el clima de inversiones de un país. AMLO y su equipo sabían que no podían simplemente cancelarlo sin espantar a casi todos los inversionistas extranjeros, por ello inició una negociación para recomprar los bonos emitidos para la construcción del NAIM. Esto nos deja una primera idea de qué opina AMLO de la inversión: es importante, pero no esta sobre lo que el considera “soberanía del pueblo”. La decisión sobre el NAIM puede ser incorrecta, al haberse dado poder de decisión a personas que no estaban involucradas directamente en los costos de la cancelación, pero es un hecho que se dio y fue el primer gran hito del gobierno de López Obrador.

Pero, aunque la “voluntad del pueblo” está sobre la inversión privada para AMLO, no significa que esta última no sea importante para él. Sabe que sin inversión privada no logrará el ansiado 4% anual que busca crecer en su sexenio, y por eso en la última semana ha dicho públicamente que necesita de los empresarios para lograr ese crecimiento. Era políticamente impensable atacar tan fuertemente a la iniciativa privada en el inicio del sexenio.

Fortaleciendo a Pemex ¿a costa de los privados?

El tema de PEMEX también tiene mucha tela que cortar. Desde el combate al huachicoleo, hasta los apoyos financieros y fiscales que el gobierno ha dado y dará a la petrolera, se puede vislumbrar la importancia de la empresa pública para AMLO. Anunciar públicamente que hará cualquier cosa para rescatar sus finanzas y mejorar su capacidad de producción no puede pasar desapercibido, pues da un indicio de que es una batalla que no está dispuesto a perder. A primera vista esto resulta muy bien, pues luego de la baja de la calificación de PEMEX, al borde del grado de inversión, es necesario tomar acciones drásticas para levantar a la empresa. El problema es la forma en cómo se quieren tomar esas acciones.

El gobierno pasado abrió un abanico de posibilidades para que la industria petrolera apoyara a PEMEX en toda la cadena de valor del petróleo. En teoría, la iniciativa privada tiene los recursos, y desde los órganos correspondientes se regulaba y concedían los permisos necesarios para que esos recursos beneficiaran tanto a la petrolera estatal como al sector privado. Pero siempre existe la posibilidad de que en una apertura de mercado lo público se vea afectado a costa de lo privado, y aunque pudieron cometerse algunos errores en la liberalización, era el camino a seguir para las necesidades energéticas de México.

Ahora, el gobierno de López Obrador parece querer alejarse de la inversión privada para intentar levantar a la petrolera por sí mismo. Al delegar partes de la cadena de valor de un producto, cada una de sus partes puede enfocarse en eficientizar sus procesos y aprovechar la especialización para alcanzar economías de escala que no se consiguen en la burocracia de una gran empresa que lo controla todo. Aunque los apoyos ofrecidos por el gobierno ayudan a PEMEX, no pueden valerse por sí mismos para revitalizar la empresa y convertirla en un referente importante de las empresas públicas petroleras. De hecho, gran parte de los inversionistas y bancos que esperaban la noticia del apoyo a PEMEX quedaron decepcionados porque esperaban más. Abandonar el brazo que daba la iniciativa privada es condenar a la empresa a la mediocridad en el mediano plazo. No queda claro si AMLO terminará de aceptar esto, o se empecinará únicamente en la inversión pública, pero sus críticas constantes al “neoliberalismo” de los gobiernos pasados no deja buen augurio.

La reforma energética: ¿el rompimiento definitivo?

AMLO ha criticado constantemente las reformas que realizó el gobierno de Peña Nieto. Por eso, su gobierno ha paralizado las nuevas subastas que se tenían contempladas realizar para generación y transmisión de energía eléctrica. Los funcionarios de AMLO mencionan que estas subastas se cancelaron porque ya existen muchos permisos que no se han utilizado, y es mejor conocer por qué no se utilizan que seguir ofreciendo más. También mencionan que no está entre las prioridades de su agenda continuar con proyectos de líneas de transmisión donde había parte de inversión pública. Esto en sí es entendible, pues el no uso de los permisos da una señal de que hay algo mal en el diseño de la subasta, que incentiva la aparición de intermediarios que no agregan valor a la cadena productiva energética. También es entendible que el gobierno no cuente con recursos para todos los proyectos que la iniciativa privada pueda tener.

Algo importante de mencionar es que el gobierno de AMLO ha enfatizado que no se cancelarán las subastas anteriores y que se respetarán los contratos ya establecidos. Esto es muy importante para no levantar un ambiente tenso de “cacería de brujas” en contra de quienes ya invirtieron tras la reforma energética, aunque temores han surgido después de que el titular de la CFE (Comisión Federal de Electricidad) haya acusado a empresas que tenían contratos de construcción de gaseoductos y amenazado con demandarlos. Afortunadamente, AMLO salió a moderar el asunto y declaró que no se perseguirá penalmente a estas empresas, sino que busca conciliar intereses entre lo público y privado.

Por tanto, se lanza la idea al mercado de que “se aguantarán las reformas hechas” porque es pésima idea atacarlas, ya que crearía un ambiente de incertidumbre. Son compromisos pactados por el gobierno, que en caso de cancelación costarían miles de millones de dólares en demandas y en inversión perdida.

¿Y por qué no ha habido una huida de capitales de México?

Si el ambiente se está perdiendo para futuras inversiones, ¿por qué siguen entrando capitales para invertir, o los que son más líquidos por qué no han huido a Estados Unidos? Por dos factores: el apetito por el riesgo y el diferencial de tasas de interés entre ambos gobiernos.

 El hecho que el gobierno no cancele los contratos ya establecidos da una idea de que no quieren espantar a la iniciativa privada porque la necesitan para conseguir sus objetivos. Pero el hecho de no seguir con las subastas de energía eléctrica indica una clara preferencia por la inversión pública sobre la iniciativa privada, todo en aras de fortalecer la función pública (y el poder político).

Conclusión

Una figura mesiánica que no acepta críticas es lo último que necesita México para atraer más inversión y mejorar el nivel de vida de su gente. Figuras mesiánicas de corte populista aparecieron en la década pasada en el sur del continente y han dejado a su rastro un legado de corrupción y desastre económico, siendo su mayor exponente el triste caso de Venezuela. No parece ni de cerca que México se pueda convertir en “la nueva Venezuela”, pero para evitar cualquier riesgo de que eso suceda el gobierno debe mantener la postura moderada que ha mantenido y la población, por su parte, no puede permitir grandes abusos de poder, ni siquiera del líder que tanto aman.

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Jorge Eduardo García

Jorge Eduardo García

Jorge Eduardo García es licenciado en Economía con especialización en Finanzas por la Universidad Francisco Marroquín. Ha participado en seminarios internacionales de la Foundation for Economic Education. Fue research intern del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES) y también ha colaborado en experimentos con el Centro de Economía Experimental Vernon Smith de la UFM. Así mismo fue intern del Financial Research Center de la UFM y trabaja en temas de risk management.

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5 Comentarios

  1. Alma Elizabeth Navas de Garrido el 20 febrero, 2019 a las 10:55 pm

    pareciera ser que AMLO por tener una ideología de izquierda velaría por el crecimiento del Estado y la centralización de los servicios procurando con medidas populistas justificar sus acciones sin embargo, la historia reciente de algunos países de latinoamerica reflejan que este tipo de gobierno caudillista se convierten en dictaduras que someten a los pises en rescisión y en altos indices de inflación

    • Rodrigo el 22 febrero, 2019 a las 6:42 pm

      me parece que todos siguen una doctrina altamente fascista todos se rasgan las vestiduras por gobiernos progresistas que apuestan por la inversion publica, recuperar los servicios basicos y los recursos naturales se olvidan que el principal verdugo de estos gobiernos es el imperio y la dictura mas antigua del planeta Estados Unidos que a toda costa impide el desarrollo de las naciones a mi se me hace que muchos de los que emiten este tipo de opiniones no han leido lo suficiente y solo repiten lo que los demas dicen.

  2. Francisco Chavarría Kleinhenn el 22 febrero, 2019 a las 11:23 am

    Los primeros gobiernos del PRI en México, particularmente el del General Cárdenas, fueron fuertemente injerencistas y los resultados no fueron nada halagadores. Esta historia de las empresas gubernamentales fracasadas en América Latina es cuento viejo, y lo mismo se puede decir del resto del mundo subdesarrollado. Lo que es inexplicable para el observador desapasionado es saber dónde ha funcionado alguna vez que una empresa gubernamental mexicana o en América latina hayan tenido éxito, que sea rentable y autosostenible, y que no se le utilice para subsidiar otras fantasías antieconómicas y a la larga perjudiciales para los mismos beneficiados subsidiados. De ahí la pregunta obligada: ¿por qué si la experiencia histórica indica otra cosa gobiernos como el mexicano actualmente persisten con necedad de volver una y otra vez a esos modelos fracasados?

  3. Luis Chen el 22 febrero, 2019 a las 12:58 pm

    Gracias por el resumen. En este caso AMLO conoce que existe una cadena de valor importante en el área energética tanto de hidrocarburos como electricidad, lo cual ha sido el pivote de la economía mexicana, sin embargo todavía no se logra ver con claridad cómo sostendrá la debida transparencia y control de parte del Estado durante su sexenio y el mediano plazo. Asimismo, es importante recalcar que la inversión privada que ganó proyectos en generación de energía tenga que mitigar estos riesgos respecto al marco institucional que hoy está tratando de «sobrellevar» para respetar la desregularización del mercado de energía. Sería interesante que al finalizar el primer año de gobierno, se puedan tener índices de cómo procura AMLO en conjunto con la iniciativa privada llevar a cabo el crecimiento afamado del 4%.

  4. José Luis el 23 febrero, 2019 a las 2:14 pm

    Emites una explicación (visión) demasiado cuidadosa y medida.
    *(Cita) AMLO tampoco encaja en el perfil de la administración anterior, muy partidaria de las concesiones y amiga de las inversiones privadas.
    Si existe alguien que emite y reparte conceciones y favoritismos a los privados, es López Obrador.
    Cancelar nunca será sinónimo de corregir, sancionar y/o mejorar.
    Destruir es la forma más burda de realizar una nueva repartición de los recursos, sin llegar a la solución.
    Empatado con que según quiere fortalecer al sector público y su proclividad a beneficiar a sus colaboradores el tan ansiado cambio y desarrollo tardarán en llegar.
    Lo único que llego en el cambio fue el que va a hacer los negocios.

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