La eurozona muestra, en términos generales, una mejoría de su situación macroeconómica. Aún en fase incipiente y de forma tímida, la actividad económica empieza a despegar y el desempleo a disminuir.
La eurozona muestra, en términos generales, una mejoría de su situación macroeconómica. Aún en fase incipiente y de forma tímida, la actividad económica empieza a despegar y el desempleo a disminuir.
Sin embargo, el horizonte no está exento de peligros: la expansión cuantitativa, iniciada recientemente por el Banco Central Europeo, apenas está teniendo repercusión sobre los precios de consumo o de producción. Están siendo afectados, asimismo, los precios bursátiles, y se perfila una posible burbuja en este sector.
El crédito a familias y a las empresas ha empezado a crecer en los últimos meses, aunque de forma todavía muy moderada. La mayor parte del incremento del crédito se lo lleva el sector público.
El financiamiento del BCE a diferentes sectores financieros evidencia los problemas de Italia y, sobre todo, de Grecia. En mejor situación parecen estar los sectores financieros español e irlandés.
La calidad del crédito extendido nos deja serias dudas, porque vemos que aumenta de forma preocupante el descalce de plazos y el aplanamiento de la curva de rendimientos es una realidad. Más preocupante todavía son los tipos negativos en la parte baja de la curva, evidencia de la inexistencia de alternativas a “colocar” la liquidez creada por el Banco Central Europeo, que en un entorno de menor endeudamiento público provocan una “escasez” de títulos de deuda pública. Además, la expectativa de aumentos de tipos hace que el mercado se coloque en títulos a corto plazo.
En términos fiscales, la situación ha mejorado en relación con la de años anteriores; sin embargo, vemos una estabilización del déficit sobre ingreso fiscal en niveles excesivamente altos, más del 100% superiores a los niveles precrisis.
La balanza de pagos arroja datos positivos, con una eurozona cuya posición netamente deudora internacional se reduce. La balanza financiera nos muestra un incremento sostenido en los últimos años de instrumentos líquidos en el exterior, esperando posiblemente a un mejoramiento de la situación en la eurozona, con limitados incrementos de la inversión extranjera directa, y solo en los dos últimos trimestres existe un incremento sostenido de la inversión en cartera.