El nuevo ataque del PSOE a la energía nuclear
El nuevo gobierno de Pedro Sánchez no ha dejado indiferente a nadie. Más mujeres que hombres, representación de la televisión y algunos perfiles técnicos ocupan la dirección de los ministerios españoles desde el pasado 7 de junio.
Especialmente preocupantes son algunas de las manifestaciones que han salido desde el nuevo Ministerio para la Transición Ecológica. En concreto preocupan las declaraciones sobre el futuro de las centrales nucleares en España.
Una de las promesas electorales del PSOE en las últimas elecciones fue la de cerrar las centrales nucleares que tuvieran más de 40 años (sección 1.3 economía verde). Lo cierto es que el ejecutivo de Sánchez ha tardado muy poco en reafirmar su compromiso con el cierre de las centrales nucleares o en afirmar que el coste de cerrar las centrales nucleares es menor que gestionar los residuos que de ellas emanan y la importancia de sustituir dicha fuente de energía por energías renovables.
Las centrales nucleares españolas no tienen una vida útil de 40 años
Primero conviene aclarar un tema con la vida útil de las centrales nucleares. La cifra de 40 años (siempre presente en la discusión de las nucleares en España) se considera que es la fecha en la que las centrales españolas “caducan”. Parecería, por tanto, que extender la vida útil de las centrales nucleares es una política harto irresponsable. De hecho, esta es la razón por la que la central de Garoña no recibió una extensión de su licencia de funcionamiento y está actualmente esperando a ser desmantelada (a pesar de que el Consejo de Seguridad Nuclear había dado emitido el visto bueno a su continuidad).
Lo cierto es que la cifra de 40 años se fijó inicialmente como el periodo de amortización mínimo para recuperar la inversión. Las centrales nucleares son centrales con unos costes fijos enormes que deben ser amortizados durante un periodo de tiempo prolongado. Pero la vida útil de cualquier activo fijo puede ser extendida si la conservación del mismo es la adecuada y si se hacen inversiones extra para reacondicionar los elementos de desgaste de dicha inversión.
En el caso español, las centrales nucleares están bien gestionadas y conservadas, por lo que con una inversión extra no demasiado elevada podrían seguir funcionando sin muchos problemas. De hecho es interesante ver como no ha habido ni un solo accidente en la historia nuclear española, sólo un incidente importante (sin víctimas mortales) y los sucesos que sólo se catalogan como anomalías caen año tras año como podemos ver en el gráfico proporcionado por el Consejo de Seguridad Nuclear (INES 0 y 1 son anomalías e INES 2 incidente, desde el año 1990 sólo ha habido 3 incidentes).
Fuente: Consejo de Seguridad Nuclear
Por lo que las centrales nucleares españolas tienen una vida útil que muy bien puede superar los 40 años sin que ello suponga un incremento del riesgo.
El excesivo sesgo hacia las renovables
El nuevo ministerio de Transición Ecológica parece estar muy comprometido con la generación renovable. Y lo cierto es que este momento es mucho más propicio que el año 2004 para ser líder en energías renovables.
Las energías renovables empiezan a poder competir, e incluso algunas veces superar, con las fuentes de generación convencionales. De hecho, el precio de generación con tecnología solar y eólica ha caído en picado en los últimos años.
Fuente: Lazard Levelized Cost of Energy 11.0
El problema fue que España invirtió enormes cantidades en la instalación de centrales solares y eólicas cuando todavía eran muy poco eficientes y esto ha generado múltiples problemas en el sector eléctrico español (primas desorbitadas a renovables, déficit tarifa, acumulación de deuda del sistema eléctrico,…).
Así, podemos ver que, para el año 2017, el coste tanto de la solar como de la eólica es el más bajo entre varias tecnologías de generación.
Fuente: Lazard Levelized Cost of Energy 11.0
Hasta aquí todo muy bien. El problema con las renovables no es de coste por electricidad generada (como ocurría en el pasado), es de estabilidad en el suministro. El viento no sopla y el sol no aparece cuando nosotros queremos.
La energía no es lo único que se transa en los mercados eléctricos. Existe también un mercado de garantías de potencia. La idea es que los generadores de energía puedan comprometerse de antemano a producir cuando los consumidores minoristas demandan la energía. Esto es algo que ni la solar ni la eólica pueden hacer. Es entonces cuando hablamos de divergencia entre potencia instalada (capacidad máxima de generación de energía bajo condiciones óptimas) y la potencia efectiva (la capacidad real de entregar energía en el futuro). Múltiples factores hacen que la potencia instalada y la potencia efectiva varíen (nivel mantenimiento de las instalaciones, estabilidad suministro materia prima, capacidad de protegerse frente a factores externos,…).
En el caso de la solar y eólica, su capacidad efectiva es 0 (o muy pequeña), no pueden comprometerse a entregar energía en el futuro ya que factores externos determinan completamente su capacidad de entregar dicha energía. Es por esto que usualmente necesitan centrales de respaldo (en España usualmente centrales de ciclo combinado) que operan cuando las centrales solares o eólicas no entregan suficiente energía. Esta es una de las razones por las que se ha disparado la capacidad instalada en España con el auge de las energías renovables. Básicamente la capacidad instalada en renovables tiene que ser duplicada con capacidad instalada de otras centrales que no producen energía cuando lo hacen los generadores solares y eólicos. Este es un coste enorme para el sistema eléctrico.
Podemos ver la enorme sobrecapacidad que se ha generado en el sistema eléctrico español desde que se iniciara el auge de las renovables en el año 2004.
Fuente: Elaboración propia con datos de REE
Una forma de evitar el problema de la duplicación de capacidad instalada sería almacenar la energía eléctrica. Sin embargo, la única forma de almacenarla era de forma bruta, en forma de materia prima para ser convertida (generada) en energía eléctrica cuando exista demanda. Esto ha empezado a cambiar con los avances en la tecnología de almacenamiento. Sin embargo, todavía es muy pronto para esta alternativa sea económicamente viable. El coste de almacenar energía eléctrica con las tecnologías existentes actualmente es demasiado elevado (multiplica por 6 el precio de la generación eólica o solar).
Fuente: Lazard Levelized Cost of Storage 3.0
Así, el coste de almacenar energía eléctrica todavía es demasiado alto, mucho más que producirlo con alguna tecnología menos eficiente que la solar o eólica. Hasta que las tecnologías de almacenamiento no permitan guardar energía eléctrica de forma eficiente, la energía solar y eólica implica un coste de almacenamiento y de duplicación de capacidad instalada que usualmente no se tienen en cuenta.
El sobrecoste de las renovables y el de renunciar a las nucleares
A pesar de los problemas de las renovables que estamos comentando y del enorme coste que tenía la generación solar y eólica, los políticos españoles decidieron que 2004 era un buen momento para iniciar el camino hacia las renovables. Esto, evidentemente provocó muy rápido que el precio de la factura eléctrica incrementara exponencialmente. Javier Sevillano explica de forma magistral el problema de las primas a renovables aquí. Actualmente tenemos el segundo precio más caro de la electricidad en Europa para hogares (sólo por detrás de Malta) y el tercero para otros usuarios (industria y comercio).
Fuente: Eurostat. Precio antes de impuestos
Fuente: Eurostat. Precio antes de impuestos
Por si no fuera poco, expertos han situado el sobrecoste en la factura derivado del desmantelamiento nuclear en un 20%. En este sentido ya llueve sobre mojado. El coste de producción de energía eléctrica antes de impuestos en España ya es de los más caros de Europa.
¿Y las emisiones de CO2?
No creemos que las emisiones de CO2 sean ni mucho menos las emisiones más importantes ni algo a tener en cuenta cuando se planean proyectos de generación de energía eléctrica. Sin embargo, los políticos españoles están casi obsesionados con reducir los niveles de CO2 para cumplir convenios internacionales y aparecer delante de sus votantes como adalides en la lucha contra el cambio climático. Es interesante observar como en este aspecto las centrales nucleares emiten incluso menos CO2 que la mayor parte de energías renovables.
Fuente: IPCC
¿Y por qué no construir nuevos reactores?
Desde 1984, momento en que la moratoria nuclear pasada por el gobierno de Felipe González entra en vigor, la posibilidad de construir nuevos reactores nucleares es eliminada de la mesa (además la moratoria nuclear nos costó a los españoles la friolera de 5700 millones de euros en compensaciones por las 5 centrales nucleares que estaban en proceso de construcción). Aunque la moratoria ya no tiene efecto, la instalación de una central nuclear se decide por motivos políticos (Consejo de Ministros) y no económico.
Quizá es hora de que nos replanteemos los costes que tuvo dicha moratoria también en términos de la electricidad barata que podríamos estar produciendo y los enormes avances que se ha hecho en el diseño de reactores nucleares en los últimos 30 años (la central nuclear española más moderna entró en servicio en el año 1988).
Los nuevos reactores nucleares (de cuarta generación) pueden utilizar como combustible los desechos de los reactores de tenemos actualmente en España (de segunda generación)[1]. Esta característica hace que, de facto, la energía nuclear sea una energía renovable.
Adicionalmente, los reactores nucleares nuevos permiten aumentar o disminuir la producción de energía en los picos de demanda (cosa que los reactores nucleares españoles actualmente no hacen). Esto era un limitante a la hora de contar con una gran capacidad instalada en el mix energético. Ante aumentos de demanda, no podíamos incrementar la producción barata de las nucleares, otras centrales tendrían que hacer de centrales “pico”[2]. Por lo que las centrales nucleares tenían una característica relativamente parecida a las renovables; su incapacidad para hacer frente a picos de demanda. Aunque al menos eran muy estables en la producción de energía (cosa que no ocurre con las renovables). Los nuevos reactores permiten entonces hacer de central pico a un precio mucho más reducido que las centrales pico convencionales.
Esta funcionalidad de los nuevos reactores nucleares permite incluso que se complementen muy bien con las energías renovables. Como hemos comentado, las energías renovables tienen el problema de la enorme disparidad entre potencia instalada y potencia efectiva. Pero si los nuevos reactores nucleares pueden atender picos de demanda, también pueden hacer entregar energía extra cuando el viento no sopla o cuando el sol no aparece.
La agencia internacional de la energía calcula el coste de generar energía con centrales que se empiecen a construir hoy y estén disponibles en 2022. En el siguiente gráfico encontramos el precio de la electricidad generado con diferentes tecnologías.
Fuente: IEA
Conclusión
La decisión de si las centrales nucleares continúan operando en España o no, no debería ser, bajo ningún concepto una decisión política. Dos decisiones políticas, la moratoria nuclear del año 1984 y el régimen de primas a renovables del año 2004 han hecho de la energía eléctrica española una de las más caras de Europa, hecho que además repercute de forma extraordinaria en la competitividad de nuestra industria.
La decisión de las centrales nucleares debe ser estrictamente económica. Es posible que otras tecnologías estén compitiendo con mejores precios que la nuclear, si así fuera ningún agente privado querría construir una planta de éstas características. Si, como creemos, la energía nuclear es una forma de generar energía limpia, renovable y competitiva, entonces lo más lógico es que los agentes privados inicien la construcción de tantas centrales como la demanda de energía lo permita (sin que los políticos pudieran siquiera negarse).
[1] En realidad no pueden utilizar como combustible todos los desechos, pero si los que más duran siendo radioactivos. Esto consigue disminuir de forma drástica el coste de manejo de dichos residuos.
[2] Las centrales pico usualmente son centrales que operan sólo en los momentos de máxima demanda de energía, tienen costes fijos relativamente pequeños y costes variables altos.
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Daniel Fernández
Daniel Fernández es el fundador de UFM Market Trends y profesor de economía en la Universidad Francisco Marroquín. Tiene un doctorado en economía aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid y también era un fellow en el Mises Institute. Tiene un máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos y un máster en Economía Aplicada por la Universidad de Alcalá en Madrid.
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Gracias Daniel por tan importante artículo, que contribuye al conocimiento académico.